La expedición libertadora
64 OFICIO DEL DIRECTOR SUPREMO DE CHILE A SAN MARTIN SOBRE LA NECESIDAD ABSOLUTA DE REALIZAR LA EXPE– DICION AL PERU Y LA URGENCIA DE BUSCAR FUERA DE CHILE SEISCIENTOS MIL PESOS. (322) Excelentísimo señor Capitán General en Jefe de los Ejércitos Unidos. Excelentísimo señor: El oficio de V. E. del 16, en que pide explicaciones a este go· bierno sobre el verificativo de Ja expedición de armas que ha de derogarse al Perú, presenta el asunto más grave y del interés más directo a la causa de la revolución. Es el único plan que solidará Ja independencia, terminando felizmente una guerra que en sí mis– ma envuelve los principios de la disolución del Estado, o por la falencia de todos los recursos a que precisamente su duración ha de reducirnos, o por las naturales vicisitudes de las armas. Pero siendo este un asunto a toda luz incontrovertible, sólo queda la cuestión de si puede Chile sin más auxilio que sus propios recursos realizar la expedición. Nadie ignora que debe decidirse por la negativa, V. E. así lo está palpando. El Gobierno lo conoce muy a su pesar, y con no menos sentimiento lo demostrará ligeramente. Necesita V. E . para la expedición un grueso de siete mil hom· bres a fin de que rebatida una quinta parte cuando menos por la baja natural que sufre todo ejército, queda un resto formidable capaz de batir con probabilidad al enemigo, y lograr el éxito de la empresa. Por otra parte, Chile debe quedarse guarnecido con tres mil soldados para conservar su actitud imponente contra las maquinaciones de los anarquistas. También son indispensables grandes sumas de armamento, municiones de guerra y boca, ba– jeles de guerra y de transporte y otra multitud de artículos de to~ da especie para el uso del pendiente, y los repuestos si se ha de convenir en que el país adonde se va a hacer la guerra nada ofre– ce de pronto, y que en caso de un contraste todo debe ir prepa· rado para una retirada, para seguir al plan que dicten las circuns– tancias, el cual, sea el que fuese, siempre ha de desenvolverse a nuestra costa. Ahora pues: hasta aquí sólo tenemos siete mil soldados, algún
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