La expedición libertadora

70 Buenos Aires, 2 de septiembre de 1818. (325) Señor don José de San Martín. Mi estimado amigo: Sin perder un momento de vista la urgente e interesante ne– cesidad que había de introducir en arcas la suma de 500.000 pe– sos aplicables a los fines preferentes que el Gobierno había concer– tado con usted, se dictaron las estrechas providencias que debían allanar el entero; pero a esta fecha la comunicación del 21 del mes próximo pasado, que por extraordinario se dirigió a sus manos, le habrá persuadido eficazmente que las irresistibles dificultades que se ofrecieron embarazaron la realización del proyecto, y que por lo tanto, como se le prevenía en ella, era indispensable sus– pender el giro de libranzas acordado. Luego que usted medite su contexto, alcanzará a la eviden– cia los conflictos a que está reducido este Gobierno por falta de numerario, y con cuanta amargura gravitará sobre su corazón la idea de detener el impulso con que marchan las gloriosas armas de su mando. Pero ello por ahora es corrio de necesidad si usted apoya sus empresas únicamente en Jos fondos del erario de esta capital. Jamás se ha visto tan exhausto ni jamás se han agolpado tan– tas necesidades a la vez. El General del ejército del Perú en todas sus comunicaciones nos presenta y nos dibuja el cuadro desastro– so de la mendicidad del ejército que manda, en quienes aun se desconoce el traje militar por hallarse desnudos sin el menor au– xilio de vestuario, pasando además por la angustia de no hallar quién le supla dinero al giro de letras contra esta tesosería; de suerte que se ve el Gobierno forzado a dirigirle remesas efectivas. La división del Rosario que opone resistencia a las incursio– nes de los tumultuosos habitantes de la campaña de Santa Fe, auxiliados por los prosélitos del desorden, y del jefe de los orien– tales, exigen prontos socorros para conservarla al intento de que impidan los progresos y cálculos de Jos malvados. Los exige igual– mente la división de Córdoba en número de 600 hombres conser– vados a fin de precaver el contagio que propaga don José Artigas.

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