La expedición libertadora

2 la ciudad de Washington a entregar las cartas que se me habían confiado, manifestar a aquel gobierno los objetos de mi misión, e informarme de él sobre la practicabilidad de ella. 3. -La contestación de aquel Ministro Mr. Ricardo Rush, es– tuvo reducida a exponer "que el Presidente se hallaba ausente dando una vuelta por los Estados del Norte; que no le era posible satisfacer oficialmente a mi demanda, ni si las _cartas serían o no contestadas; pero que él si podía asegurar que en los Estados Uni– dos era permitido comprar armas y municiones de toda clase, siendo a riesgo del comprador el peligro de contrabando de gue– rra que esto envolvía; que también era lícito comprar buques de cualquier descripción, con tal que no fuesen armados y equipa– dos para guerra; que haciéndose estos negocios en la mera esfera de un particular evitando toda infracción de la neutralidad y de– más leyes del país, tal conducta sería sancionada y el comisiona– do protegido". 4. -Adquirida la anterior información, me dirigí luego a Bal– timore, Filadelfia y de allí a Nueva York, con el objeto de oir y comparar las proposiciones que se me hiciesen sobre el costo de la construcción de las fragatas; y después de observar que los tér– minos más ventajosos eran los que se proponían en la última pla– za, resolví hacer allí mis contratas, solicitando antes una casa de comercio de mi confianza para que se encargase de esta comisión por considerarme enteramente extranjero en aquel país. Con este motivo tuve el disgusto de notar que ninguna casa de respetabili– dad quería tomar sobre sí tal encargo, y aún hubo una de ellas que se consideró altamente ofendida al oir mis proposiciones (los Sres. Leroy Bayard y Cía. de Nueva York). En tales circunstancias me resolví a emprender este negocio por mi mismo en los térmi– nos que el Ministro de Estado me había señalado, es decir, man– dar construir los buques que Chile necesitaba, remitirlos en ca– rácter neutral, y embarcar sus respectivos armamentos en buques distintos con destino a Buenos Aires o Valparaíso. 5. -Hallábase ya casi concluída a los tres meses la construc– ción de las fragatas y gran parte del armamento con excepción de algunos cañones y municiones que estaban fundiéndose en la fá– brica, cuando ya se había invertido casi todo el fondo de 100 mil pesos que tenía del Gobierno en los compromisos en que me ha– bía empeñado. En este estado fue preciso suspender todas las obras, porque nada podía hacerse con el crédito del Gobierno de Chile, ni con el de las Provincias Unidas, así es que obligado a pagar todo a dinero de contado me fue forzoso esperar la remesa de los otros 100 mil pesos, que se había prometido enviarme des-

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