La expedición libertadora

4 9. -Era bien crítica mi situación para sostener un pleito sin dinero ni crédito, y para mantener quietos y contentos 500 hom– br es que se desertaban diariamente a instigación de los Cónsules españoles, francés y portugués. El español usaba el resorte de la seducción por dinero y el francés y portugués intimidaban por medio de sus agentes a la marinería con las amenazas de que se– rían ahorcados en caso de caer prisioneros; porque aquellos iban a servir a rebeldes e insurgentes que no pertenecían a nación al– guna reconocida. A esto fue preciso oponer que existía en las Provincias Unidas y en Chile, un gran depósito de prisioneros es– pañoles que responderían de tal conducta. Durante el tiempo de mi prisión y de ]os capitanes, todo se hallaba a bordo en una com– pleta anarquía. P1ffa contenerla tuve que invertir hasta Ios cor– tos fondos que me había remitido D. Miguel de Riglos a Baltimo– re, de mi cuenta particular. Considerando entonces que si el plei– to se prolongaba algunos días más, era todo perdido; creí conve– niente buscar un sujeto hábil y capaz a quien confiar este nego– cio. Y el que luego que se determinó a hacer este servicio y ha– cer frente a todas las ocurrencias que sobrevenían diariamente, requirió una fuerte compensación que aunque comprometía el crédito de los gobiernos de mi representación, en la desesperación y necesidad en que me consideraba estrechado, no me era posible adoptar otro arbitrio que admitir dentro de los términos de mis instrucciones, las transacciones que se me propusieron por Mr. Mateo L. Davis, de Nueva York, y cuyo convenio y cuenta por me– nor corre en el expediente de la materia. 10. -De conformidad a lo convenido con Mr. Davis acepté en carácter oficial y bajo mi responsabilidad personal, unas letras im– portantes, 69,511. 43 dóllares que fueron giradas por el capitán de la fragata Horado J. Skinner y endosadas ~or él a favor y a la orden de Mr. Davis de Nueva York. Para mayor garantía, se exigió por éstos que la hipoteca primera en que se hallaba com– prometido el buque, se anulase y se extendiese otra por el valor de las letras aceptadas, y con la calidad de que el Horacio sería entregado, después de satisfechos por el Gobierno de Chfle o el de Buenos Aires todos los créditos contra él, inclusos los su~ldos de oficiales y tripulación, conforme a los artículos de mis instruc– ciones. 11. - Arreglado así este n egocio, libre de la prisión y concluí– do el pleito a mi favor, por no considerar e1 Juez los buques ar– mados en guerra; después de concertar con Mr. Davis la remisión de los armamentos en buque separado, logré al fin salir de Nueva

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