La expedición libertadora

26 que tengo entre manos, le urge mucho y sin más preludio sigo 2. exponerlo a V. E. : es sobre la contrata hecha en Londres entre Mr. Alvarez y Mr. Ellice en respecto a la fragata Cumberla:nd, este buque llegó en el puerto de Valparaíso el 24 de mayo y en la fe– cha fué avisado el gobierno forma lmente que esperaba sus órde– nes tocante a la entrega, respondieron que se habían impuesto de la contrata y estaban con deseo a cumpíirla en todo, añadien– do que el erario estaba muy apurado, pero que habían mandado hacer una contribución a fin de juntar el dinero del primer pago que eh todo estaban llano. Algunos días después dijeron que te– nían aviso de confianza que el buque hacía agua y que era podri.. do, que era muy malo, y derechamente mandaron reconocerlo. Los comisionados en ese asunto no pudieron hallar tacha ni mancha sobre qué hacer pie de crítica; lejos de éso se asombraron del her– moso estado del buque pero ya sabiendo cómo deben contestar se contentaron con decir que no era podrido, pero no servía para nada y que no sería de uso del Estado; a la otra conferencia con el gobierno me fué in.timado por el señor director que la fragata no servía y me refirió al señor secretario para la determinación del gobierno. El señor Irizarri abrió esta conferencia con decir que en Londres habían engañado a Mr. Alvarez que venía el bu– que muy caro y que no lo tomarían: ésto fué dicho sin más vuelta. De mi parte contesté que no venía a vender el buque ni a ha– blar de un punto decidido en Londres y para la constancia de lo que mantenía pedí que me r efiriesen al documento firmado por Mr. Alvarez y Ellice en 25 de noviembre de 1817. El señor secre– tario respondióme que estaba bien impuesto de sus capítulos, que ese era un comercio enteramente condicional que venía el buque enteramente a su antojo de tomar o no tomarlo, como quisiesen. Aseguro a V. E. que me sofocó el trazar una opinión tan lejos de lo que realmente existe, pero como había oído antes acusar el señor ministro por un hombre de mucho talento, tenía que supo– ner que en mi estupidez no había ·entendido el documento o sus capítulos que regían, lo dí a leer al juez americano, hombre edu– cado, abogado y ministro de alto grado en las salas de la judica– tura en los Estados Unidos; me dice que dicha contrata es una obligación tan sagrada y obligatoria que puede formarse en la lengua inglesa. V. E. juzgará, la mando inclusa. Al principio con– vencido que nunca atentarían semejante cosa y estando yo bien impuesto de los apuros del erario, les hice una oferta, que tam... bién incluyo a V. E., sin más observación sobre la liberalidad, allá manifiesta, digo que sólo es de paz con todas las miras de consideración que he manifestado en toda mi conducta. El año

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