La expedición libertadora

27 pasado cuando pidieron a comprar armas largué 200 pesos de do– nativo. Al principio de éste pidieron más, vo'lví a dar 1000 pesos; cuando agonizando y a pique de desahuciar la capital; otra vez conducí de Aconcagua 4000 que les empresté a la compra del Lau– tar o, después cuando llegó el Cumberland me presentó su capitán una libranza a cargo del gobierno, girado por Mr. Alvarez por 1400 pesos en lugar de decirle que no valía nada en el día, por salvar con un extranj ero el crédito del país le dije que era buena y le pagué, y cuando e! gobierno no pudo honrarla y cuando aparte de unas cuentas de 7200 pesos que deben por comisiones de sables y fusiles, que ayudaron tanto al salvamento del sistema, me de– bían 3000 pesos sobre una libranza girada a la vista contra las cajas en el mes de abril, hago esta exposición sólo con el motivo de probar a V. E. que ya es tiempo de juzgar mi desinterés por hechos y no por habla, absolutamente corta la voz, la mucha in– diferencia con un encogimiento de hombros y un simple no se pue– de rompen con la mayor sang froid y recién a la solemnidad de una obligación firmada y sellada por un agente acreditado y sin el menor respeto a crédito o carácter nacional, desafían la crítica de cuanto país extranjero existe. Mas hablaron en otro punto, diciendo que Mr. Alvarez no tenía poderes, resulta ésta, que si tiene poderes y no cumplen, aquí el protesto que inevitablemente va a Londres, causa un pleito contra Mr. Alvarez y si no halla fia– dores va al K'ings Bench prisión, si mister Alvarez no tiene po– deres quedará acusado en la corte de Old Bailey -juzgado de crímenes- por aventurero e impostor, y probado, le sellan la ma– no y queda desterrado a Nueva Holanda. Los dueños del buque en Londres me escriben y dicen, no podemos temer por un mo– mento ni pensar que el gobierno de Chile disputará la contrata pero si por una casualidad grande lo hiciese, por evitarnos una r uina completa no pueden negar a la fragata un despacho para Lima donde se venderá o fletará. Ahora yo he considerado tal ac– to una especie de puñalada política a este sistema, y así sería, y aunque lo he intimado a Irizarri no lo pienso, todavía estoy de opinión que el buque es de la mayor importancia a este país que lo ha de necesitar. Suplico a V. E. que tenga la bondad de determinar algo en este tan desagradable asunto, y mándeme alivio, acordándose que una fragata de 1335 toneladas con 130 hombres a bordo nos es onerosa que cuesta sólo almacenaje para el salvamento de todos; requiere decisión.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx