La expedición libertadora

33 (530) Londres, 13 de Enero de 1818. Señor don José de San Martín. Mi amado amigo: Puedo referirme a las comunicaciones que hace Alvarez Con– darco respecto al estado y extensión de los negocios: sin embar– go como ésta supongo será mi última carta desde Londres no quisiera perder esta oportunidad de interesar la atención de V. E. El marinero cree que no hay mayores trabajos que los que él su– fre en borrasca; el soldado juzga que nadie trabaja y padece co– mo él con sus empresas; en fin el estadista se persuade que no hay fa tiga que se pueda comparar con la del gabinete. Para no entrar a definir mi opinión a este respecto yo me contentaré con decir que los resultados que tenemos no sólo corresponden sino que exceden a las mismas esperanzas concebidas. Dentro de doce días sale para Valparaíso el navío de 60 el Cumberland contratado sin desembolso efectivo en 160.000 pesos poco más bien equipado como para un viaje a la India y sólo con 40 cañones. La reduc– ción en sus aprestos y cañones ha sido en efecto necesaria de las circunstancias, porque después de ha?er esforzado este gobierno toda medida de estricta neutralidad y toda prohibición de apresto de guerra para la América, hubiese sido necesario perder el todo si nos hubiéramos empeñado en que fuese completo. El mismo buque debe llevar toda la maquinaria precisa para construir co– hetes incendiarios y perfeccionar además la fábrica de pólvora. Basta la simple comunicación de esta noticia que ha sido y es un secreto del gobierno inglés para darle toda la importancia a los cuidados que se han empleado para conseguirla y valuar la mis– ma adquisición. Acaso poco ganamos con las máquinas sino lle– váramos un hombre que las supiese manejar y pudiese suplir al ejército con ese instrumento formidable desde su llegada; pero felizmente ésto también se ha conseguido. Llevo una persona a este respecto que no puede ser bien descripta y ponderada. El es un maestro completo de mixtos, de laboratorio de pólvora, de los cohetes de construcción, de buques, buen mecánico, buen quí– mico, en fin sus ideas son universales: poco de teo1ia y casi todo

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