La expedición libertadora
34 práctica. No es menos interesante la adquisición de lord Cochra– ne, este sujeto es preciso conocerlo para saberlo apreciar; a la cabeza d la marina de ese país será el terror de los españoles, y el respeto de todos. Después de estas grandes cosas parece que usted no tendría más que oir: mas es 'preciso que componga usted su alma para escuchar lo m 0 jor. Se está construyendo un gran buque de va– por de 410 toneladas y unas máquinas del poder de 60 caballos a la vez. No es posible dar una jdea de sus ventajas y de los for– midables efectos que pu de producir. Figúrese usted una bate– ría en buque fuerte que no necesita de viento ni corriente para caminar de diez a ocho millas y la pronta imaginación de usted para todas las aplicaciones convenientes de un principio singular– mente importante: añada a esto el que las baterías estén provis– tas de fuegos o cohetes incediarios, y pregunta usted si habrá es– cuadra, navío, fragata o puert o que r sista este tremendo poder combinado. Usted notará por esta idea que hay una substancial variación en el plan original que comuniqué a usted pero como no se han variado sino más antes aumentado las ventajas, todo lo demás es insignificante. El todo de la expedición no excede su importe de pesos 450.000 con la particu aridad que no se hace desembolso efectivo en ésta que el de 20.000 pesos y ésto a causa de que era necesario atender el cubierto del importe de algunas otras cosas que depende el vivir diario del artesano que no puede dar espe– ra. Yo he dicho 450. 000 pesos incluyendo el importe de otro na– vío que está en ajuste aunque no concluído. Su porte y apresto aun mayores: carga 80 cañones y debe ser mejor tripulado. El objeto en la adquisición de dos grandes navíos a más del formi.., dable de vapor, es no sólo pensar en su fuerza física sino en la comodidad de que servirán de ventajosos transportes y sobre todo que su sola apariencia llena el efecto moral que las más veces sólo se puede producir por el número. Sin embargo debo advertir que a pesar de que cada cosa le está muy adelantada, Alvarez esta po– co inclinado ahora a concluirla porque teme que ese gobierno se halle algo embarazado en cubrir su crédito. A la verdad que si no ha de haber puntualidad mejor será no hacerlo; pero no es esa la madre del borrego, sino que yo no lo entiJendo. En estos días ha llegado aquí la fresca de que usted había sido pr ecipitado a acudir a Talcahuano donde habían sido re– forzados los realistas. El demonio de Talcahuano hace más có– cora en Europa que si fuese la mitad del reino de Chile·
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