La Iglesia: la acción del clero

338 ARMANDO NIETO VELEZ S. J. se hallaba reducido: y cuando esperaba ser puesto en libertad por no ha– versele justificado crimen alguno llegó para el aumento de su desgracia el Comandante Campillo bastante conocido por su caracter feroz y cruel; quien persiguiendo á Riquelme en la fuga que hizo para Cauquenes dexó los papeles de correspondencia en el Pueblo de Chillán y entre ellos tomó el oficio que anteriormente se babia dirigido al dicho Riquelme desde Tucapel; el que visto por Ordóñez expidio las providencias más severas para que se aumentasen sus prisiones y se custodiase su persona con la mayor vigilancia y cautela: despues lo remitió á Talcahuano para que el Gobernador Sanchez lo juzgase; para trasladarle al dicho Pueblo apuraron su sufrimiento y tolerancia haciendole caminar á pie las tres leguas que hay de distancia de un punto á otro, llenándole al mismo tiempo de imprope– rios sin que el caracter y dignidad de su estado fuesen capaces para que mirasen su persona con alguna consideración. Parece que por lo expuesto poco le restaba al suplicante que sufrir: pero la experiencia de tantos trabajes le ha hecho conocer que la fiereza española no tiene término, así es, que en el momento que llegó al Puerto de Talcahuano interin se substanciaba su causa fué sepultado con otros va· rios reos en unos inmundos y obscuros calabosos en que negandole los auxilios precisos para su subsistencia aumentaba más su dolor con las tro· pellas Y ultrages que experimentaba. Cansado ya de sufrir deseaba ver el ter· mino de su existencia y acabar de una vez los padecimientos que experi· mentaba: pero debia tolerar otros de mayor consideración y consecuencia provando con su resignación el amor y constante decision por nuestra justa causa: Asi es que despues de haver estado en aquellos calahosos largo tiem· po y cuando parece que sus crimenes debian estar conpurgados con su pri· ción, fue conducido á la isla de la Qtiiriquina, donde estubo algun tiempo en que la escacés de viveres obligó aquel Gobierno á hechar en tierra los demás presos que alli existian, reservando al que suplica temeroso de que volviese á insurreccionar á los indios de Arauco si lograba residir entre ellos. Con esta consideración y de hallarse el Señor General Las-Eras en la ciudad de Concepción lo conducen de nuevo al Puerto de Talcahuano se le fomentaron doblemente sus padecimientos; por que Villodres, Auditor de Guerra en aquella sazón el Y ntendente Ordoñez, Sanooez y Campillo ins· truidos en las ocurrencias anteriores deseaban acabar la vida del recurren· te; mas la providencia que proteje al desvalido le dió la resistencia nece· saria para sobre llevar tantas angustias y pesares: entre estos debe nume· rarse el despojo total de la ropa que le quedada, y el haverlo paseado por la Plaza y calles públicas del Pueblo atado de manos y hecho el ludibrio Y escarnio de la soldadesca y gentalla de aquel Puerto. De este modo le embarcaron á bordo de la Fragata de Guerra la Veloz== pasagera entregandolo á su Comandante Londoño encargandole eficazmen· te la custodia de su persona. El Caballero Londoño ha dado repetidas prue•

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