La iglesia: la acción del clero

LA ACCION DEL CLERO 136.-Pbro. Santiago O'Phelan. Ilustrísimo Señor Deán Governador. El Doctor Don Santiago Ofelan, Cura y Vicario de la Doctrina de Paseo, con el debido respeto ante Vuestra Señoría Ilustrísima parece y dice: que tratando de ponerse a cuvierto de qualesquiera nota de infi– dencia contra el sistema de la independencia de su patria, debe exponer a Vuestra Señoría Ilustrísima no solamente qual ha sido su conducta desde que las tropas del Exército Libertador al mando del Señor General Arenales se aproximaron y ocuparon triunfantes el punto de Paseo, sino también quales han sido, aun con anterioridad a dicha época, sus patrió– ticos sentimientos; no dudando que la justificación de Vuestra Señoría Ilustrísima en vista de lo que va a exponer, se digne calificar al suplican– te tan inocente, como honrrado y fiel patriota, y a consecuencia acreedor a que se le continúe en el desempeño de su ministerio Parroquial en la referida Doctrina. Omite el recurrente como incondusentes al caso los dilatados servicios que ha desempeñado así en la carrera literaria, como en la laboriosa de Párroco en diferentes Doctrinas por el espacio de más de veinte y un años en que constantemente ha merecido la estimación y concepto de sus su– periores; sólo se contrahe de haser presente el contenido de las dos cartas, que en debida forma presenta, y que para calificarse como declaraciones auténticas solo se nesesita el reconosimiento de firmas y ratificación de su contexto por ser de personas del más decidido patriotismo y por no– toriedad de la mayor exepción. Se deduce de estos documentos que muy de antemano el suplicante deploraba la triste situación de su país sugeto al Govierno colonial tan arbitrario como corrompido, y que a pesar de la opreción en que gemía, pudo manifestar sus sentimientos a una u otra persona de confiansa, puesfo que tal ha sido la lamentable suerte de los Americanos. Consiguiente a su modo de pensar, el suplicante vió con frente serena la aproximación a su Doctrina de las mencionadas tropas de la patria, no trató de abandonar su ministerio e hiso quanto estuvo a su alcance para manifestar su patrio– tismo, presentándose oportunamente a dicho Señor General Arenales y aun instándole a que asistiese a la Misa en acción de gracias por el triunfo de las Armas de la Patria, que se celebró en su parroquia, a que no accedió dicho Señor General por la precipitación de su marcha, cuya de– mostración religiosa se verificó, así como el Juramento de la independencia con la solemnidad correspondiente. Desde el ingreso de dichas tropas a Paseo permaneció el suplicante en su Doctrina obedeciendo y acatando las autoridades establecidas allí

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