La iglesia: la acción del clero

230 ARMANDO NIETO VELEZ S. J. La conducta del Reverendo Padre Maestro Fray Fahián Rivas de la Orden de la Merced si es irreprehencible en sus claustros lo es mucho más por lo perteneciente a nuestro justo y sagrado sistema. La comuni– cación que he mantenido con él desde ahora seis años me ha dado lugar de conocerlo en su fondo, y puedo asegurar con todas las veras de que soy capaz que es un decidido Patriota. Las conversaciones que continua– mente teníamos sobre esta materia, la celebridad con que aplaudía los triunfos de la Patria, las lágrimas que algunas veces le vi derramar cuando la Patria tenía alguna pérdida, no podían ser sino las vivas emociones de un corazón verdaderamente Americano amante de su libertad e inde– pendencia. Protesto que no es ni la pasión ni la amistad las que me hacen producir este informe, la justicia es mi único móvil, pues jamás me atre– vería a llamar Patriota a aquel de quien no me constase hasta la eviden– cia. Es cuanto puedo decir en contestación al oficio que Vuestra Señoría me dirige con fecha 16 de Marzo. Dios guarde a Usted muchos años. Marzo 19 de 1822. Fray Bernardo Quintana Señor Doctor Don Felipe Cuéllar, Secretario de la Junta Eclesiástica de Purüicación, Asociado a la Orden del Sol y Cura de los Chorrillos. El Padre Maestro Fray Fabián Rivas del Orden militar de nuestra Señora de la Merced y excomendador del Convento grande de esta Corte fue comunmente conocido por un patriota exaltado al nivel de sus cono· cimientos theo-políticos en todas las ocasiones, en todas las circunstancias, y principalmente en los congresos de literatos ilustrados fue un defensor anheloso de la independencia y libertad de la América; de forma que bajo su santo ávito se distinguía un Filangiery, un MabJi, un Depradt o por mejor decir un compuesto de estos sabios genios, jurados enemigos del despotismo que en este nuevo mundo más que en otra parte del antiguo cxercitava con crueldades inauditas el Govierno Español sobre el enten– dimiento, sobre la palabra, vida y fortunas del infeliz Columbiano. Por tanto es digno dicho Padre Maestro Rivas de que se le sancione su patrio· tismo y adhesión a la sagrada causa de América, mediante la declaratoria que justamente implora. Es cuanto puedo informar en el particular a presencia del recurso, que devuelvo para los fines de su argumento. Lima Marzo 16 de 1822. El Conde de Torre Velarde

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