La iglesia: la acción del clero
240 ARMANDO NIETO VELEZ S. J. 164.-Pbro. Lorenzo Robledo. Ilustrísimo Señor. El Doctor Don Lorenzo Robledo clérigo presbítero y domiciliario de este Arzobispado en la mejor forma que haya lugar en derecho parezco ante Vuestra Señoría Ilustrísima y digo: Que en el supremo decreto de veinte y cinco del que espira se ha mandado que todo español que no tenga carta de ciudadanía salga del territorio del Estado en el término de un mes contado desde el día que se publique, exceptuando los ancianos que pasen de sesenta años, los enfermos habituales que no puedan empren· der su viaje sin peligro, y los que por ser muy notoria y muy acreditada merezcan se haga una excepción extraordinaria. Yo saqué la carta de naturaleza y fui de los primeros; la vida re– tirada que siempre me he propuesto y la persuasión y error de creer que era bastante aquel requisito para conserbarse en el territorio del Perú me hizo omitir o solicitar la carta de ciudadanía. Una vez que pensaba subsistir en vida pribada y sin solicitar ningún empleo, no me pareció combeniente pedirla, y con dolor lo expongo y no lo he practicado. Soy español de origen, pero en cincuenta y seis años que cuento de edad más de cuarenta los he pasado aquí, y me echo más natural que los nacidos en estos paises y a sus usos y costumbres. Por eso pedí la carta de natura· leza y se me concedió como constará en la Secretaría de Estado y oficinas i·espectibas y haber manifestado los sentimientos que me animan como también haber jurado la Independencia. Por no ser ciudadano debo salir del territorio del Estado, pero si no me engañan mis deseos y amor p1·opio, parece que estoy comprendido en la última parte del artículo 1? del citado Decreto. Es muy notoria Y está muy acreditada mi conducta. No habrá uno que me conozca que no lo testifique. Todos saben, todos ven, esa vida pribada que traigo sin me· terme en amistades, en tertulias, pensando siempre en conserbar una buena opinión no sólo por el carácter de Presvítero sino por genialidad y educación. Amo a estos países y a esta ciudad. Vine como he expuesto de quince años, aquí me ordené; he concurrido a las contribuciones que ha avido en favor del Estado, y entregué esa magnífica Lámpara. Así creo merezco se haga conmigo una excepción extraordinaria, especialmen· te cuando ya toco en la edad de los sesenta, mi salud está muy quebran· tada, con continuos habidos de cabeza, y la vista tan escasa que casi toco en la necesidad de valerme de ageno auxilio, para todas mis urgencias. Y para que tenga efecto y calificar lo expuesto: A Vuestra Señoría Ilustrísima pido y suplico se sirba mandar se reciba la corespondiente purificación de estos hechos, y respecto a que
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