La iglesia: la acción del clero

lA ACCION DEL CLERO 23 En el pueblo de la Barranca a veinte de Julio de mil ochocientos veinte y uno, en virtud de lo mandado por el señor Auditor de la Guerra, en su Superior Decreto marginal de esta fecha, compareció ante mí, don Ventura Gómez, oficial de la Secretaría de dicho señor Auditor, del qual recibí juramento que hizo baxo palabra de honor, puesta la mano derecha sobre la cruz de su espada, por el qual ofreció decir berdad en lo que su– piere y le fuere preguntado y siéndolo al tenor de lo p1·incipal del escrito de esta foxa dixo: que ha más de tres años que conoce al señor Cura don Pablo Marticorena, que lo presenta habiéndolo tratado en el pueblo de Huan– cayo, recidencia del exponente, que allí lo ha tratado con mucha inme– diación, al tal Marticorena sobre el sistema de nuestra Independencia, casi diaria y continuamente toda vez que Marticorena se presentaba en aquel lugar y se lo han permitido pasar con licencia temporal de su curato de Chunchanga al referido pueblo de Huancayo con la mayor desisión, en– tusiasmo y amor a la justa causa, como el mejor patriota; que jamás le ha oído una expresión contraria a aquella, sino al contrario, difundiendo siempre en los ánimos de todos, los principios sagrados de nuestra liber– tad. Que es quanto sabe y la berdad por el juramento que ha prestado, en que se afirmó y ratificó, siéndole leyda esta declaración, que es de edad de treinta años; no le tocan las generales de la ley y la firmó de que cer– tifico. Pedro Sayán.- Buenaventura Gómez Enseguida, por virtud del Decreto citado en la anterior diligencia, compareció ante mí don José de Roxas, oficial de la Secretaría de Gobierno de quien reciví juramento~ que hizo por su palabra de honor, puesta la ma– no derecha sobre la cruz de su espada, baxo del cual ofreció decir verdad en lo que supiere y se le interrogare y siéndolo como el que precede, dixo: que hacen más de seis años que ha tratado con inmediación al cura don Pablo Marticorena en la villa de Pisco, y en el valle de Chunchanga, donde era cura; que en las frecuentes reuniones que tubieron le oyó tratar decidida– mente sobre los principios de nuestra justa causa, coD¡ lo que dio a entender su patriotismo, obrando la fuerza de sus convencimientos en todos los feli– greses de la Doctrina, lo que sabe el declarante con motibo de haber tranci– tado aquellos valles con mucha frecuencia y que esto motibó el que los ha– cendados del Palmar, Casaconcha y otras de ese mismo valle, se hubieran prestado con la mayor franqueza a auxiliar al Exército Libertador, en los momentos de sus primeras necesidades, con los caballos y reses que sus fuer– zas les permitieron; cuyos auxilios continuaron en el tránsito que hizo de Pisco a lea, la división que guiaba el exponente. Que lo dicho es quanto

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