La iglesia: la acción del clero

72 ARMANDO NIETO VELEZ S. J. mente que el carácter y sentimientos del citado Padre Comendador lo distinguen en la esfera de patl"iota, y recomiendan su sacerdocio y monas– ticidad como lo justifican los actos de concordia y piedad que obró en aucilio de los detenidos en su convento por superior mandato, conciliando la paz y la equidad sin vulnerar la Ley. Y deduciendo de estos princi– pios y de las pa1·ticulares pribadas confe1·encias con el suplicante las nece– sarias concequencias que se deriban como de su axioma, lo encuentro cligno del glorioso renombre a que aspira en honor de su persona y reli– gión y del mismo patriotismo. Lima y Marzo 30 de 1822. Francisco Félix de Carrión Iglesias En cumplimiento del decreto que antecede y del oficio de Vuestra Señoría de fecha 30 del pasado Marzo, debo decir en obsequio de la verdad y justicia que me ha sido constante la adeción del Reverendo Padre Maestro Fray Luis Moreno a la sagrada causa de nuestra indepen– dencia, que ha estado en tiempo del Govierno anterior muy espuesto a sufrir la misma suerte que muchas otras víctimas del despotismo español por la franqueza con que ha vertido sus ideas siempre propias de un pa– triota verdadero. Todo lo que he advertido en el trato y versación con– tinua y dilatada con dicho Reverendo Padre. Lima independiente, Abril 2 de 1822.- 3? Francisco María de la Banda Tengo la mayor satisfacción en cumplir con el decreto de 26 de Marzo y me es muy grato certificar el patriotismo y decisión a nuestra independencia que tiene acreditada el Reverendo Padre Comendador que representa. De antemano me lo había dado a conocer pero completé llena– mente la idea de su entuciasmo el día 7 de septiembre pasado que me hallé de guardia en el Combento de la Merced para la custodia de los Europeos. En este día manifestó el benemérito Padre Comendador de quien se habla, los sentimientos del honor más acendrado desempeñando barias comisiones que se le comunicaron, con la mayor exactitud des– preciando el riesgo de las balas que fueron disparadas en la puerta que defendía. Exhortó con la mayor energía a los reclusos el justo recono· cimiento y respetuosos deberes que devían a la Patria, tanto fue esto que les hizo prorrumpir y proclamar en medio de los claustros vivas a la Patria, siendo tantas las voces, que hubo de sofocarlas, porque el pueblo que los escuchaba no persuadiese otra cosa; todos estos hechos dan una

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