La iglesia: la acción del clero

82 ARMANDO IETO VELEZ S. J. Señor Presidente y vocales del Tdbunal Eclesiástico de Purificación. El Doctor Don José Noriega, Cura de la doctrina de Chupaca, con el debido i·espeto ante Vuestra Señoría paresco y digo: que siéndome ne– cesario conducirme al exercicio de mi destino y conveniente a mi derecho dar un público testimonio de mi patriotismo y adheción a la justa causa de la Independencia del Perú que se ha jurado solemnemente, debo ex– poner a su justificación: que soy Americano por origen, nacido en esta ciudad de padres limeños, en la que he sido educado, y seguido mi carrera literaria en los colegios de San Carlos, y de Santo Toribio; de estudiante y maestro de Filosofía y Teología en el primero, y de Vicerector y Regente de Estudios en el segundo, de el que colocado en el ministerio de Cura proprio en este Arzobispado, en el dilatado espacio de treinta y dos años cumplidos, en que lo he servido, siempre he prescindido de asuntos polí– ticos tanto en el púlpito y confesionario, como en las conversaciones pri– vadas, contrayéndome solo a la expocisión del Evangelio y explicación de la Doctrina Cristiana como único deber de mi obligación parroquial; y desde que me situé en esta Capital, con el motiho del último concurso, todas mis expreciones se han reducido a un contínuo elogio de nuestro Libertador, y de la buena dirección y éxito feliz del bien que gozamos, por el influxo de su sabia y acertada táctica; y no pudiendo calcular el innumerable conjunto de lugares, donde me he producido de este modo, aun exponiéndome a que dos atrevidos Europeos Españoles atentasen atro· pellarme de manos, en casa de Don Manuel Cárdenas, porque censuré la conducta del General Ricafort en los asesinatos de Huancayo y Xauja; contestarán mi verdad el Señor Secretario de este respetable Tribunal, en cuya presencia he manifestado los sentimientos de mi patriotismo en casa del Señor Doctor Don Fernando López Aldana, repetidas veces, no sólo instruyéndose ambos de ellos, sino también Don Manuel de los Ríos, su vecino y toda la familia de la casa, con otros muchos concurrentes y el Señor Vocal Doctor Don Carlos de Orbea', quien me ha oído hablar en el mismo idioma, en casa y vista del Ayudante mayor cívico Don Luis l\lorales y si este modo de pen ar se acredita con hechos, puedo numerar algunos a mi favor, quales son el haber estampado quatro firmas pro· te tativas de mi interés por la justicia de la mencionada causa, una en el cavildo secular, como ciudadano, otra en el eclesiástico, como Presbytero, otra en la Universidad de San Marcos, como Doctor y otra baxo todos respectos en el oficio gratulatorio que presenté al Excelentísimo Señor Protector, con las de otros diez Curas de esta diócesis, publicado en la Gazeta del 25 de agosto del presente año; el haber presentado dos jura· mentos solemnes al mismo inte11.to, en los mencionados Cavildo Eclesiás– tico, y Estudio general y el haber hecho dos erogaciones para el vestido

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