La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo

menta a la moda femenina en el centro de un hogar limeño, leyendo a "Abelardo y Eloísa"; mientras Manuelita Sáenz se nos brinda cabalgando "a manera de hombre" vistiendo "dolman rojo, con brademburgos de oro y pantalón bombacho de cotonía blanca"... mientras por su mente pasa– ban las estrofas de Quintana, de Olmedo, de Cienfuegos ... Entre San Martín y Bolívar debemos tener un paréntesis, que la his– toria misma reclama: Congreso Constituyente, campañas a intermedios, desastres patriotas, rivalidades de Riva Agüero y Torre Tagle. Podremos colocar la historia del Padre Terreros, por ejemplo, un mestizo nacido en un pueblecito de la actual provincia de Jauja, quien indignado ante la ac– titud de Carratalá, de Barandalla, quien fusilara al P. Cerdá en el _pueblo de Reyes --en Junín- y de otros jefes realistas, se levanta en Chupaca con un grupo de indios. ''Yo jamás hubiera tomado el sable, sino hubie– ra visto los santuarios servir de pesebreras de caballos ... Dejad solos a los contumaces en su desgraciada obstinación". Y firmaba el coronel Fray Bruno Terreros. Es un nuevo jefe guerrillero, como Gavilán, Vida}, Guavique, Ninavilca, "Agustín, el largo" y "Cholo fuerte". Las acciones de Terreros lo hicieron famoso. Consolidado el Perü independiente pidió volver a tener el hábito de San Francisco y, luego, pasó a ser cura del pueblo de Mito, donde naciera. También podríamos colocar aquí la es– tampa de Miller, huyendo de Arequipa ante el dominio de los realistas y recibiendo en una calle "aguas servidas" que le arrojan tres :tpucha– chas no agraciadas, a quienes lanzará aquella maldición: "Permita Dios que siempre duermen solas" ... Hermoso en su sencillez es el cuento "A muerto me huele el godo", con cierto encanto de realismo mágico. Es nada menos que sobre aquel cruelismo Barandalla que moriría al año de la profecía, poco antes de la batalla de Ayacucho. Entre "Los jamones de la Madre de Dios", con la dudosa victoria de Santa Cruz en Zepita y "Una frase salvadora", con la acción desesperada de Lavalle para salvar el reducido grupo de hombres que habían combatido a sus órdenes en To– rata y Moquegua, tenemos el ambiente indeciso para la causa patriota, que es como un grueso nubarrón realista, cuya figura más importante será Valdez, quien merece con su carácter varios párrafos del propio Palma, en "Un General de Antaño". "El Coronel Fray Bruno" está entre las tradiciones de la vejez de Palma. "La maldición de Miller", ejemplar cuadro plástico, corresponde a la Octava Serie, de la "Despedida", "A muerte me huele el godo" estará entre las de la Sexta; y "Una frase sal– vadora" en la Cuarta. En cuanto a las "historias" de Valdez están relata– das en la Octava Serie. Con criterio político analiza Palma la intervención interesada de In– glaterra en la causa de la Independencia de los Pueblos Americanos, en dos de sus tradiciones: "Garantido todo lino", con la intromisión de merca– dería inglesa, telas y té, principalmente, que los franceses imitan en com– petencia comercial; y "El cónsul inglés, "Mister Rowcroft frisaba en los cincuenta años, y era el perfecto tipo del "gentleman -nos contará el tra– dicionista-. Acompañábalo su hija, miss Ellen, una de esas willis vaporo– sas y de ideal belleza, que tanto cautivan al viajero, en un palco de Con– vent Garden o en las avenidas de Regent's Park". Rodillo haría matar. Y a propósito de Rodil la historia de su tozuda defensa del Castillo del Real -106-

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