La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
do// el hondo valle y la enriscada cumbre// proclama a Bolívar en la tierra// árbitro de la paz y de la guerra" ... Hay dos tradiciones significati– vas sobre Bolívar: "Bolívar y el Cronista Calancha", también de la Cuarta Serie, donde lo vemos en ese trance de su personalidad cuando saca luces de los textos literarios o históricos aún para remover a un funcio– nario; y "La última frase de Bolívar" -escrita ya en la plácida senectud de Palma- con el final en Santa Marta del Libertador, quien susurra murmurante: "Acérquese usted doctor... se lo diré al oído ... Los tres grandes majaderos hemos sido Jesucristo, Don Quijote y yo". El sentimiento de admiración por Bolívar no se empequeñece por aquel afán de mostrarlo mujeriego o enamoradizo; ya en "La vieja de Bolívar", con la Manolita Madroño, a quien conoció el tradicionista de oidas. Vivía para 1898 en Huaylas. En 1824 también cuando por allí pasó el Libertador... "Como está la vieja de Bolívar? -le preguntaba la gen– te. Y ella respondía con picardía: "como cuando era moza" .... Palma lo cuenta entre sus últimas tradiciones. Y a renglón seguido vendrá el consabido cuento de "Las tres etcéteras de Bolívar", que tiene tanto sa– bor de narración siglo XIX con mezcla de antigua leyenda del XVII, a lo Rodríguez Freile, el de "El Carnero", de Santa Fe de Bogotá. Sólo que en Palma es entusiasmo por el qué del término, por la sutileza del len– guaje. Ese sentimiento amoroso que despertaba Bolívar o que él se en– cargaba de despertar, se ratifica en aquella carta de Manuelita Sáenz, que Palma convierte en otra tradición y concatenada con las dos ante– riores: "La carta de la Libertadora", donde también asoman los dos ban– dos opuestos a Bolívar, los que rezan "nos diste a Bolívar// gloria a tí, gran Dios" ... y los que cantan la copla liberal de 1827, "Bolívar fundió a los godos// y desde ese infausto día// por un tirano que había / / se hicie– ron tiranos todos"... En la "carta" a su esposo; Manuelita Sáenz dirá: "¿Y usted cree que yo, después de ser la predilecta de Bolívar, y con la seguridad de poseer su corazón, preferiría ser la mujer de otro; ni del Padre, ni del Hijo, ni del Espíritu Santo, o sea la Santísima Trinidad?"... "a mí, miserable mortal, que me rio de mi misma, de usted y de todas las seriedades inglesas, no me cuadra vivir sobre la tierra condenada a Inglaterra perpetua". Pasando todo aquello que es lo episódico -aunque sabroso- queda como la tradición bolivaria·na por excelencia: "Pan, Queso y Raspadura", con la presencia de Sucre y Córdoba, por sobre todas las otras figuras. Estará allí también la entrevista de La Mar y Sucre, la víspera de la ba– talla; el paso de las fuerzas del general Trinidad Morán en Corpahuaico; la proclama del General Lara -famoso por sus palabrotas-: "zambos del ... ajo", etc.- y toda la Batalla misma, con su grandeza, nacida de un santo y seña que es una naturaleza muerta o una oda elemental: Pan, queso y raspadura de chancaca. "Conténtense con mis pobrezas -diría Sucre a sus oficiales- que para festines tiempo queda si Dios nos da mañana la victoria y una bala no nos corta el resuello". . . Al día si– guiente "a la caída del sol, Canterac firmaba la capitulación de Ayacu– cho" -señala Palma, quien inserta, a continuación, la carta que desde allí enviara el mismo general español a Bolívar, felicitándolo por "ha– ber terminado su empresa en el Perú, con la jornada de Ayacucho. - 108 -
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