La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
clero de América que trabajasen por pacificar las sediciones y alborotos y exhortasen a todos los fieles a someterse "a vuestro Rey Católico". Se trata de una exhortación paternal a la concordia; no hay en ella el tono conminatorio, ni mucho menos sanciones canónicas o excomuniones a los insurgentes. No fue (y esto lo ha probado el P. Leturb, especialista en estos temas) una declaración programática y definitiva en contra de la libertad y autonomía del antiguo Imperio español de América (3). Seis años más tarde (7 de set. 1822), hubo un giro "neutralista" en la ac– titud del Papa. Comprendiendo el sentido de esa actitud, la Gaceta del Gobierno de Lima del 24 de mayo de 1823 la comentaba así: "Insertá– rnosla (la carta de Pío VII al obispo Lasso) para que se vea la distinción que hace Su Santidad entre los asuntos políticos y religiosos, y que, sien– do nuestra independencia de la España un asunto meramente político, nada tiene que ver con la religión, contra el dictamen de algunos exalta– dos que han querido hacer causa común del sacerdocio y del trono". Sin embargo, el nuevo Papa, León XII, publicó el 24 de setiembre de 1824 el Breve "Etsi iam diu", desfavorable a la Independencia. ¿Qué había ocurrido? Sencillamente que la Santa Alianza - establecida en Europa a la caída de Napoleón - volvía a tener vigencia en España a la vuelta de Fernando VII al trono y la consiguiente restauración absolu– tista. Fernando VII solicitó de los aliados que le ayudasen a recobrar sus posesiones americanas, y dio instrucciones a su embajador en el Va– ticano Vargas Laguna para lograr una condenación global de la Indepen– dencia. La carta pontificia ha sido criticada por algunos historiadores como un paso en falso de la política vaticana. ( Observemos que sólo fal– taba poco más de dos meses para la batalla de Ayacucho, o sea, para la pérdida definitiva de América). El Breve no tuvo mucha difusión en Hispanoamérica. Muchos pusie– ron en duda su autenticidad. No tuvo como móvil un sentimiento hostil a los americanos, sino que en el conflicto de intereses, optó León XII por seguir la predominante influencia absolutista, cuya visión de Amé– rica no era la más objetiva precisamente. El Clero Diocesano El dero peruano tuvo en general una actitud favorable a la Inde– pendencia. Decimos "en general" para indicar que no todos y cada uno de los sacerdotes estuvieron por la emancipación. Hubo curas realistas que predicaban contra los "insurgentes". Pero fueron numerosísimos los sacerdotes que ejercieron un influjo muy favorable a la causa de la patria. Basta citar al presbítero Pedro de la Hoz, tío del general Fran– cisco Vida! y Cura de Huarmey, a quien San Martín desae Pisco el 19 de octubre de 1820 felicita efusivamente por los esfuerzos hechos aunan– tes de llegar al Perú la Expedición Libertadora, es decir, en pleno gobier– no del virrey Pezuela. Y así otros muchos, como se podr'á apreciar cuan- (3) Pedro de Leturia S.J., Relaciones entre Za Santa Sede e Hispanoamérica, vol. II (Epoca de Bolívar), (Caracas 1959), p. 116. - 113 -
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