La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
DIALOGO UN MAESTRO.- Como Ud. acaba de manifestar, la Iglesia en Amé– rica estuvo vinculada con España, y ésta con Roma, y que el Papa tam– bién concurrió con la Santa Alianza en contra de las ideas de la revo– lución. Quisiera que me indique si con esta actitud de apoyo a Fernando VII se equivocó o no la Iglesia. · P. NIETO.- No tengo inconveniente en repetir que hubo falta de visión política por parte del Pontificado. Esto no compromete por cier– to, como alguno pudiera creer, la infalibilidad papal. Son conceptos dis– tintos. En materia política estricta, la Iglesia no podría pedir de los ca– tólicos la obediencia que Ella tiene derecho a exigir en materias de fe y moral. La política es el campo de las opciones libres. Otra cosa es cuan– do están en juego intereses religiosos. Por sus condicionamientos histó– ricos, la Santa Sede actuó de modo inoportuno al aconsejar en 1824 la fidelidad al rey de España. Pero ello ocurrió, no por hostilidad temática contra los americanos, sino por las presiones del absolutismo imperante. UN MAESTRO.- En conferencias anteriores parece que se dijo que se da una revolución radical. Pero para hablar de una revolución radical hay que hablar de un cambio absoluto, hay que suponer que hubo una ruptura entre España y el Perú de una forma total. Esto no es cierto, puesto que hasta en la actualidad hay una dependencia en el aspecto re– ligioso. No hay una ruptura total. Con esto no quiero decir que no se deba dar una revolución radical, pero a mi modo de ver no se debe em– plear este término, sino hablar de una revolución parcial, nada más. P. NIETO.- Efectivamente, la ruptura con España fue sobre todo política. Los hombres de la Independencia no rompieron radicalmente los lazos que los ligaban al elemento español. Piense, por ejemplo, que las proclamas de los patriotas estaban escritas en castellano. . . En el ámbito religioso hubo rupturas que a la larga traerían ventajas; una de éstas por ejemplo, la relación directa con Roma. Esto no existía en el régimen colonial. Rupturas más profundas no eran ni convenientes ni deseables. Nadie se escandaliza de que sigamos practicando la misma re– ligión. No sería razonable dejarse llevar de radicalismos extremos. - 115 -
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