La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo

dríguez de Mendoza, Vidaurre, el siglo XVIII, su fecunda dedicación al Boletín del Museo Bolivariano, pueden ocasionar discrepancias desde di– versos ángulos, pero es evidente la existencia de una preocupación por descubrir los precedentes, el origen de la Independencia Nacional. Hay un afán -y esto importa mucho- por no quedarse en la expresión ex– terna del fenómeno separatista, y que acude a la intimidad del origen de nuestra actitud de ruptura con España. No se puede entender la Independencia sin rastrear en la vida pe– ruana desde fines del XVIII, las primeras manifestaciones borrosas pero ciertas que buscan la autonomía del Perú. La obra de San Martín y de Bolívar, de Monteagudo y de Sucre, sólo puede entenderse en nuestro país si antes se entiende y se estudia a Viscardo y a Riva Agüero, a Tú– pac Amaru y a Baquíjano, a Vidaurre y a Pumacahua, a los hermanos Silva, a Zela y a Mariano Alejo Alvarez. Hay que insistir en la larga con– tinuidad del fenómeno de la Independencia. Hay que insistir en el hecho peruano de la Independencia. Hay que insistir en la afirmación que la Independencia no se nos importa desde fuera sino que viene de la misma vida del Perú. En los grandes textos precursores, en los periódicos de fin del XVIII, o del tiempo de las Cortes de Cádiz, en las conspiraciones y en las grandes revoluciones, en los textos de las mismas autoridades españolas, en todo ese variado conjunto de diversos y contrarios testimonios se en– cuentra la expresión más clara del "nacimiento" de la Independencia. Validez del testimonio. El testimonio precursor tiene, si se puede hablar así, una limpieza original que redobla su valor. Es un testimonio que florece en un am– biente adverso, de oposición. Es un testimonio crítico y no de acatamien– to rutinario o complaciente; carece pues de toda superficialidad frecuen– te en los textos coincidentes con la época o coincidente con el tono de la autoridad. De otro lado, a la limpieza moral de los textos hay que añadir la va– riedad cronológica, humana, y regional de las diversas pruebas. El testi– monio del hombre precursor viene de profesores universitarios y de sol– dados, de periodistas y de sacerdotes, de gente sencilla y de hombres de la aristocracia, y viene ese testimonio de todos los extremos del Perú, de Tarapacá a Tumbes, del Cuzco a Huánuco y Lima. Y esto importa decirlo con énfasis muy nítido. No existe ni un retrato clasista, ni tampoco un re– trato regional de la Independencia del Perú; la época precursora es un tiempo ancho geográficamente y ancho socialmente, en una prolonga– ción cronológica que le concede el valor de las cosas que se asientan en la vida y que no son fruto de la explosión de un instante de fervor o de violencia. El testimonio de hombres universitarios, que es el testimonio diri– gente del tiempo precursor, no es una prueba aislada del ambiente perua– no o contradicción con él, es sí, una expresión del mismo ambiente perua- - 10 -

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