La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo

Paz, los altoperuanos organizan gobiernos autónomos, que resultan de muy efímera vida. Este movimiento es sofocado por el general realista Goyeneche, arequipeño, y el valeroso caudillo de la revolución, Pedro Do– mingo Murillo, paceño, muere en la horca. En momentos de serle colo– ¡eada la cuerda por mano del verdugo, lanza su profética y famosa frase: "La tea que he encendido no se apagará jamás en América". dad de la tan difundida como ingenua leyenda peruana de que "Bolívar nos quitó el Alto Perú". I. Quien realmente -en la doble acepción de verdadero y perteneciente al rev, de esta palabra-; quien realmente, repito, "quitó" el Alto Perú al virreinato de Lima, para cederlo al de Buenos Aires, fue el rey Carlos III (1716-1788), mediante un simple plumazo estampado nada menos que cuarentisiete años antes que Bolívar pisara playas peruanas. ¡Y na– da menos que siete años antes de que naciera el Libertador! Esta trans– ferencia de jurisdicción fue dispuesta, efectivamente, en 1776, en tanto que Bolívar vio la luz en 1783 y vino al Perú en 1823. II. Para convencerse de lo infundado de la fábula antibolivariana, será su– ficiente consultar la cartografía histórica colonial. Así, en un mapa de América Meridional que tenemos a la vista -mapa oficial español, de 1777, mapa que reproducen todos nuestros textos escolares de Histo– ria del Perú-, se nos muestra en toda su inmensa extensión el virreinato de Buenos Aires, como que sus fronteras encerraban los territorios de las actuales repúblicas de Argentina, Paraguay, Uruguay y ¡Bolivia! Al– go más, como yapa: ese virreinato tenía salida al Océano Pacífico por la desértica región de Atacama. III. Diremos, de paso, que el primer virrey de Buenos Aires -primer go– bernante del descomunal territorio de esas cuatro repúblicas de hoy-, fue Pedro de Cevallos, que lo rigió muy corto tiempo (1777-78). Lo si– guen, Juan José Vértiz (1778-1784), Nicolás del Campo (1784-1789), Nico– lás de Arredondo (1789-1795), etc., etc. IV. Algo más: la Intendencia de Puno perteneció al virreinato de Buenos Aires desde 1776 hasta 1796, fecha en que por real cédula fue reincorpo– rada al virreinato de Lima. V. Si se tomaran ustedes la molestia de leer documentos coloniales sobre la insurrección de Túpac Amaru (1780-1783), encontrarán múltiples refe– rencias de que los rebeldes cuzqueños penetraron al virreinato de Buenos Aires apenas iniciado el movimiento, pues el virreinato de Lima termi– naba entonces -como se dijo en el párrafo IV- en la región de La Raya (actual límite entre los departamentos de Puno y Cuzco). VI. Todavía más. En setiembre de 1822 llegan a Londres los comisionados de San Martín, García del Río y Paroissien, encargados de concertar el primer empréstito peruano. Al solicitarles el ministro inglés de Relacio– nes Exteriores, Jorge Canning, cierta indispensable información nuestra, - 129 -

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx