La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo

A poco descubre España que está a punto de perder sus extensos do– minios coloniales. ¿ Qué hace para combatir estos movimientos de in– dependencia, para aplastar a estos "insurgentes", como oficialmente los denomina? Madrid y Lima Observemos el mapa de América del Sur, pero imaginemos cómo lo vería desde la propia España el asendereado gobierno de la metrópoli que ha reemplazado al rey cautivo (4). El inmenso Brasil, con su punta de Recife, semeja un gigantesco tajamar que, acercándose al Africa, di– vide en dos sectores el Océano Atlántico. Este mismo Brasil, con su pro– longación occidental, el Perú, aislan, de océano a océano, del Atlántico al Pacífico, las dos secciones en llamas de su imperio colonial: el bloque Venezuela-Colombia, al norte, y el bloque sur, Chile-Buenos Aires (este último con sus provincias altas o Alto Perú). Conocen bien los bomberos que un incendio se combate aislando sus varios focos y concentrando luego, en forma sucesiva, medios suficientes de lucha contra cada uno de ellos. La dispersión es enemiga de la efica– cia. Pues exactamente de este modo es como actúa el gobierno español. entre ella la de señalar los límites del Perú en un mapa de la América del Sur que tenía en su despacho -situado ya en el Dawning Street 10, que luego hiciera famoso Winston Churchill-, los agentes del Protector le entregan un extenso informe escrito, el 5 de noviembre del mismo año. En este documento, cuyo original existe en Londres, se precisa, por ambos delegados de nuestra patria, que la línea demarcatoria entre la naciente república peruana y las Provincias del Río de La Plata (Repú• blica Argentina) "pasa por la laguna de Titicaca". Tengamos presente, señores profesores, que en este momento -año 1822- ¡todavía Bolívar no ha puesto los pies en suelo peruano! ... No obstante estos hechos evidentes acreditados en documentos históricos de valor irrefutable, subsiste aún la paparrucha aquella de que la malque– rencia de Bolívar a nuestra patria era tan grande, que cierto día, sulfurado, descolgó del clavo el mapa del Perú que tenía en su despacho, cogió una ti– jera ... y ¡zás!, de un tijeretazo ¡pues nos despojó del Alto Perú! (4) Este gobierno -la Junta Central- cumple su delicado cometido en forma realmente paradójica: es un gobierno en el exilio dentro de su propia patria. Recuérdese, en efecto, que José Bonaparte -al que los madrileños apodan Pepe Botellas y Rey Plazuelas- ha sido impuesto como soberano de España por mandato de su poderoso hermano, contando, no obstante, con la acepta– ción y colaboración de buen número de influyentes peninsulares -intelectua– les y políticos, mayormente--, los famosos "afrancesados", como despecti– vamente los ha bautizado la oposición española. Igual que el Perú de 1823- Torre Tagle versus Riva Agüero, Lima versus Trujillo-, España tiene en estos difíciles días de los levantamientos de sus colonias, un gobierno bicé– falo : José I versus Junta Central, Madrid versus Sevilla. - 130 -

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