La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo

Conocedor personal de la indomable tenacidad ibérica en las luchas contra Napoleón -"la terquedad de los españoles es bien conocida" es– cribe O'Higgins (pág. 134)-, ¿cómo podía esperar San Martín que los heroicos generales españoles abandonaran voluntariamente el rico y ex– tenso territorio que Pizarro conquistara para su Rey tres siglos antes? ¿Mediante conversaciones y negociaciones con el enemigo, podría inducir– lo a desistir de la lucha y entregar las armas? Muy oportuno resulta traer a la memoria de los señores profesores las palabras que Hitler pronuncia– ra en situación análoga a la vivida por el general argentino en el momento que analizamos: "No se trata, ya -dice el Führer-, de entablar con– versaciones de ninguna especie con los enemigos del Reich. Esta guerra no se resolverá por negociaciones. Es una lucha a muerte en la que uno de los adversarios debe necesariamente sucumbir, sin remisión". Perfecta razón asiste al hijo de Arenales al dar remate a sus anterio– res líneas con frase definitiva: "El mismo general en jefe, San Martín, en– vainó el sable, rehusó sostenerse en el teatro de la guerra y volvió la espalda a una eminencia donde estaba la palma que supo conquistar Bolívar". Es, pues, el general San Martín, por propia y deliberada elección, que se fija a sí mismo el título con el que desea aparecer en las páginas de la Historia: No Libertador del Perú, sino tan sólo su Protector. junio de 1822):... "como las pos1c10nes de la Sierra que ocupa el enemigo las puede disputar palmo a palmo". . . (véase página 134); 2) Carta a nuestro compatriota Toribio Luzuriaga (setiembre de 1822): "Dejo en sólo la capital 11.000 veteranos en el mejor estado" (pág. 143); 3) Carta al virrey La Serna (14 de julio de 1822): ... "la masa disponible de poder y de recursos que pue– do emplear" ... "Yo pido la paz en las circunstancias más favorables para hacer la guerra". .. Implícita la idea de superioridad de medios de los patriotas en la pri– mera misiva, sin poder ser más explícita la misma idea en las otras dos, los tres documentos afirman de modo irrecusable que San Martín dispone de fuerzas militares -terrestres y navales- y económicas más que suficientes para vencer decisivamente a su adversario. Por lo demás, y esto es particu– larmente importante, el examen sereno, in extenso, de estas tres cartas (es– critas en 1822), echa definitivamente por tierra declaraciones interesadas muy posteriores (1827), destinadas, ya, exclusivamente a cohonestar errores o debi– lidades pasadas. En efecto, cinco años después de los hechos, ya no hablará de superioridad suya frente a los españoles, sino de impotencia: "En cuanto a mi viaje a Guayaquil, él no tuvo otro objeto que el reclamar al general Bolívar los auxilios que pudiera prestar para terminar la guerra del Perú" (carta de San Martín al general Guillermo Miller, Bruselas 19 de abril de 1827). Esta última carta fue escrita en respuesta a un largo cuestionario de preguntas que el jefe inglés le remitiera, solicitándole le aclarase diversos acontecimientos históricos de que el general argentino fuera partícipe. - 144 -

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