La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
No obstante encontrarse enfermo y reconocer que la Sierra perua– na le ha afectado la salud -"la Sierra de Huaraz es más Sierra que todas las Sierras de Colombia", escribe a Santander-, como nada lo arredra y la impetuosidad de su carácter lo aguijonea a hacerio todo, desde Pativilca escribe a Sucre, entonces en Huánuco ( 16 de enero de 1824): "Si usted se fastidiare, como es regular, de esos miserables lu– gares, avísemelo con anticipación, para ir a reemplazarlo, pues yo veo de la mayor importancia que uno de los dos estemos al alcance de ob– servar al enemigo de cerca, para dirigir oportuna y prontamente nues– tras operaciones". Dos días más tarde, al Director Supremo (Presiden– te) de Chile: "Con 3.000 chilenos y los refuerzos que yo espero de Co– lombia, el Perú quedará libre el año 24. Y o lo ofrezco a V. E. y a la Amé– rica entera. Suplico a V. E. con encarecimiento, que se acelere la venida de dicha_expedición a las costas del Norte del Callao, donde será reci– bida personalmente por mí y conducida a la Sierra de Huaylas". Las tro– pas chilenas no llegaron, y tampoco las colombianas en la cantidad espe– rada. Y fueron soldados peruanos, por el contrario, quienes cubrieron las muchas bajas de los auxiliares extranjeros, además de constituir los batallones íntegramente nacionales. Desde Huaraz escribe a Sucre, que se halla en Oyón (9 de junio): "El coronel Althaus, que le acompañe para que levante croquis del país y nos dé relaciones geográficas del territorio que hemos de atravesar. Lo que más deben investigar es el estado de las fuerzas enemigas y sus posiciones; los pasos del río de Jauja (Mantaro) que son vadeables; las posiciones fuertes que puede tomar el enemigo; y los rodeos que noso– tros debemos seguir para evitar estas posiciones a derecha e izquierda del río de Jauja" ... Realmente, señores profesores, cuando se leen de– cenas y decenas de páginas de su correspondencia, todas nutridas de mil y mil pormenores, consejos y previsiones de carácter militar, no puede uno menos de pensar: Así, ¡cómo no iba a triunfar! Terminemos este apartado, "La Sierra", con un ardid ideado por Bolívar cuando se encontraba sobre el lomo de la cordillera. En la car– ta últimamente citada, desde Huaraz, repetimos, señala a Sucre la for– ma de inducir a error a los realistas: "Haga usted correr el rumor ql!e yo digo que voy a Huánuco, para engañar a los enemigos. En efecto, yo parto de aquí el 15 o 16 para Cajatambo con ánimo de dar dirección a las tropas de Córdoba y a las que vienen de Colombia a Supe" . . . "A fi– nes de este mes estará todo al otro lado de la Cordillera Blanca". Por nn clavo . .. "En el paso alpino de San Bernardo -refiere Thiers en su "Historia del Consulado y del Imperio"- había llevado Napoleón la previsión hasta el extremo de mandar establecer al pie del desfiladero talleres de guarnicionero o talabartero, para componer los atalajes de la artillería. Sobre asunto tan baladí en apariencia, escribió por sí mismo varias car– tas". Al igual que todos los grandes capitanes, en su campªña perua– na evidenció Bolívar un cuidado extremo por los detalles. Su espíritu previsor es asimismo notable. Parece, en efecto, que se hubiese guiado - 150 -
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