La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
enterado de la insurrección de las tropas argentinas de guarnición en el Callao, escribe a La Mar, señalándole las urgentes medidas a que obli– ga la gravísima situación: "Necesitamos, querido general, hacernos sor– dos al clamor de todo el mundo; porque la guerra se alimenta del des– potismo, y no se hace por el amor de Dios, no ahorre ust/ed nada por hacer, despliegue usted un carácter terrible, inexorable" ... "si no hay fusiles, hay lanzas" ... "haga usted construir mucho equipo, muchas fornituras en toda la extensión del departamento; cada pueblo, cada hombre, sirve para alguna cosa: pongamos todo en acción para defender a este Perú hasta con los dientes. En fin, que una paja no quede inútil en toda la extensión del territorio libre" ... "No le escribo al general La Fuente por separado porque no haría más que repetirle estas ideas" .. : "Dígale usted de mi parte que el tiempo de hacer milagros ha llegado". A Sucre, que se halla en Huánuco, le escribe (13 de febrero): "Yo me voy a Trujillo a declarar la ley marcial". . . "Estoy resuelto a no ahorrar medida ninguna y a comprome1lerme hasta el ahna porque se salve este país". Al día siguiente, a La Mar: "Dé usted las órdenes más terribles para aprovecharlo todo en favor del ejército". Al general Ne– cochea, en cambio, le dice cosas de otro tenor (27 de febrero): "Todo el mundo está encantado con usted, y yo, si me permite usted la franque– za, le diré que estoy furioso contra su bondad, su política y su parsimo– nia. La guerra no vive sino de actos de violencia y de destrucción; no se hace por el amor de Dios". A Sucre (21 de marzo), le cuenta las dificul– tades económicas por las que pasa: "Hemos sacado cerca de cien mil pesos de los particulares y de las iglesias, de los cuales he mandado veinte mil al almirante; y en medias pagas de oficiales; cuarta de. tropa, compra de vestuario y maestranza, ya no quedan más que veinte y tan– tos mil, sin haber podido pagar las libranzas que hemos mandado a usted" ... "así va todo, y para el mes que viene no tendremos qué co– mer, si no se toman medidas muy fuertes con las alhajas de las iglesias de todas partes". La guerra es dura y no se hace por el amor de Dios. La necesidad de mantener una moral elevada en oficiales y tropa, indispensable para lograr la victoria, obliga muchas veces al jefe a recurrir a medidas en extremo rigurosas. "He fusilado a cuatro oficiales de los más cobardes, para animar a los otros", dice al general Santander, a propósito de la derrota sufrida por el coronel Urdaneta en La Legua, a medio camino entre Lima y el Callao. Este hecho doloroso le merece, pues palabras que tienen mucha semejanza con otras de Voltaire respecto de Inglaterra: "En este país, es conveniente fusilar de vez en cuando a un almirante, para animar a los otros" (16). Víveres y movilidad Anota Vegecio, tratadista militar de los primeros siglos de nuestra era: "Asunto capital en la guerra es proceder de modo que nunca nos (16) Dans ce pays-ci (Inglaterra) il est bon de tuer de temps en temps un admiral pour encourager les autres.- Cándido, capítulo 23. 153
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