La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo

aparece quizá hasta tímido. Ello se debe a que no dispone por entonces de los elementos necesarios para tomar resuelta ofensiva. Pero, aún así, dicho plan defensivo contiene medidas ofensivas a corto radio, a mane– ra de certeros zarpazos de felino acosado por varios enemigos poderosos. "Al comienzo de una campaña -afirma Napoleón- se debe consi– derar cuidadosamente si se debe o no avanzar, pero una vez decidida la ofensiva, ésta ha de realizarse hasta el límite". El plan de Bolívar parece estar inspirado en este consejo del corso. Pocos días después de remitir a Sucre dicho plan, solicita el parecer de su lugarteniente (4 de febrero): "(mis pensamientos) esperan por usted para recibir su último toque. Véngase usted, pues, volando, a verme aquí; dejando antes todas sus ór– denes dadas para que nada falte a la ejecución de mis primeras y últi– mas disposiciones, y de aquellas más que usted haya determinado. Aquí tendremos una conferencia extensa, y tranquila. Usted hará el papel de fiscal, y yo el de abogado de mi opinión. Ojalá tuviéramos un juez im– parcial que acordara lo mejor". (3) Ofensiva Decía Napoleón: "En la guerra, como en el amor, para acabar es ne– cesario verse de cerca". Aunque por lo risueño parezca un dicho sin im– portancia, este pensamiento contiene, realmente, toda la esencia de la ofensiva estratégica. Acaso no pueda expresarse en forma más compren– sible y condensada la necesidad de tomar resueltamente la ofensiva en una y otra actividades, si se desea cantar pronta victoria. Si no, imagine– mos lo que sucedería de aceptarse la esteril defensa pasiva. La adopción de una resuelta ofensiva o de una prolongada defensiva es, en el fondo, asunto de temperamento personal del jefe. Así como no se concibe un Grau cruzado de brazos sobre el puente del Huáscar, en aguas del Callao, en pacífica espera de un eventual ataque enemigo; así como tampoco es imaginable un Cochrane, en las afueras de la mis– ma bahía, viendo transcurrir días y días de aburrida vigilancia de los barcos españoles protegidos por los cañones del Real Felipe; si resulta difícil suponer a Rommel establecido a la defensiva en Africa, como lo estuviera antes su antecesor el italiano Graziani; en igual forma, no pode– mos figurarnos a Bolívar, sea en Lima, sea en Trujillo, aguardando, in– dolente, una ofensiva realista. Ya hemos visto (pág. 149) cómo desde su llegada a nuestra patria tasca impaciente el freno a que lo obliga la abier– ta rebelión armada de Riva Agüero. "Casa dividida" es la casa peruana. La ofensiva, para tener éxito, exige ciertos requisitos, de los que mencionaremos algunos: a) Elevada moral; b) Plan simple; c) Concen– tración de esfuerzos; d) Rapidez; e) Sorpresa. Moral. Cuando en Santa Helena madame Montholon pregunta al Emperador cuáles tropas eran las mejores, Napoleón le responde: "Las mejores tropas, madame, son las que ganan batallas". Claro está que para ganar batallas se requiere de una moral muy elevada, particular– mente en los momentos críticos de una campaña. No menos evidente re- - 161 -

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