La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
Frente a un mismo problema, en el mismo teatro, dando cara al mismo enemigo, los camiños elegidos son diferentes: dos hombres, dos sistemas. La raíz de tan opuestos procedimientos acaso radicara en el diferente concepto que el argentino y el venezolano tienen de la opinión pública y de su influencia en el problema que el destino pone sucesiva– mente en manos de uno y otro. Uno trata de desatar el nudo; lo corta el otro. En horas difíciles de la Segunda Guerra Mundial, expresa Eisenho– wer, generalísimo de las fuerzas armadas aliadas: "Es con la opinión pú– blica que se ganan las guerras". No obstante, Montgomery, subordinado suyo, piensa de otra manera: "Dadle victorias al pueblo, que poco le im– portar:á saber quién se las proporciona" (22). A lo largo de sus dos años de gestión peruana, con la sana paciencia de su proceder, sus muchas conferencias y armisticios, e incesantes pro– puestas de paz, todas infructuosas pero todas bien intencionales, San Mar– tín demuestra compartir el punto de vista de Eisenhower. En los esca– sos cuatro meses de febril actividad que emplea Bolívar en forjar la espada de Ayacucho, no deja ninguna duda de que razona y obra como Montgomery. Médico el argentino, cirujano el venezolano: grandes los dos. Esfuerzo peruano Los nombres de Cangalla, Concepción, Reyes (Junín) y Chupaca, bastan, ellos solos, para ilustrar la historia heroica de cualquiera nación. Desde hace siglo y medio, en la ciudad de Buenos Aires existe una her– mosa e importante avenida que lleva el nombre de Cangalla, en justo ho– menaje al valor de los habitantes de este pueblo, auténtica ciudad már– tir de la guerra de la independencia peruana, tal como lo fuera la aldea checoslovaca de Lídice en la Segunda Guerra Mudial, sacrificada por la saña de Hitler. De Reyes -pueblo al que el hijo de Arenales dedica muy emotivas páginas- se expresa el historiador español Torrente, al narrar la ofensiva de Bolívar inmediatamente antes de la batalla librada en su famosa pampa: "Los montoneros de la laguna de Chinchaycocha o de Reyes, cuyos habitantes han sido de los más obstinados y animosos con– tra los realistas, llamaban la atención de éstos por varias partes, forman– do una especie de cuerpo de vanguardia, desde que el inglés Miller pasó del cuartel general a ponerse a su cabeza". La mujer peruana no estuvo ausente de la guerra. Como consecuen– cia de la enconada lucha partidista Riva Agüero-Torre Tagle, los habi– tantes de la región Ancash-Cajamarca llegaron a odiar el servicio mili– tar, cualquiera que fuese la bandería de los caudillos. Por ello, en no- (22) "Eisenhower: "C'est avec l'opinion publique qu'on gagne les guerres.- Mont– gomery: Donnez des victoires aux gens et ils ne s'inquiéteront pas de ceux qui les ont remportées". De la obra "Le dernier coup de dé de Hitler", por Jac– ques Nobécourt. - 167 -
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