La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
posteriores alegatos de Vidaurre en abono de su fidelidad, importa anali– zar su raciocinio en la "Memoria sobre la pacificación de la América me– ridional". Aquí está su pensamiento claro frente a los problemas en tor– no del fidelismo. En primer lugar Vidaurre proclama que el hombre peruano del XIX no es el mismo de la época de la conquista; que es igual al europeo, que tiene los mismos medios, y que puede luchar de ig1,1al a igual con él. "Un error político que nota muy bien el Secretario de Florencia, es la fuente de más desgracias y desastres. Dice: que los hom– bres, y los gobiernos difícilmente renuncian aquellas sendas por donde prosperaron y consiguieron sus desginios en otras ocasio– nes. No saben acomodarse a las circunstancias, ni advierter1: que la variedad de los tiempos, ilustración de los Pueblos, el cono– cimiento de sus fuerzas, sus nuevas relaciones les constituyen en una posición muy diferente de aquella, en que hallaban en anteriores siglos. Los reyes católicos, y el Sr. Carlos V domi– naron con cuatro españoles, más reynos, que los que gozó Aui gusto cuando la paz universal y Alejandro cuando lloraba por conquistar los Planetas. Con las armas se adquirió la posesión, y se quiere que sólo ellas decidan de su eterna permanencia. Política destructora que obra por ejemplos mal acomodados, y en la que no se percibe que no es hoy el Americano, lo que era en tiempo de Huayna-Capac y Montezuma. No es el indio tími– do, ignorante, supersticioso al que hoy se va a sujetar. No es aquel que creía al hombre, y al caballo un solo sujeto, rayo al Arcabus, y al Artillero el árbitro del trueno. No es el imbécil que proponía una mal dirigida flecha a la lanza á la espada á la bala. El Americano hoy es el Español mismo, sabe que si sus fuerzas naturales son algo menores que las de Europa, las ar– mas de fuego igualan la robustez y a la debilidad cuando no es ésta absoluta. Tiene Artillería la más excelente y puede fundir cuanto quiera en pocos meses. Nuestros cañones son tan bue– nos, o mejores que los de Europa. Ya se hacen fusiles, se fun– den morteros en regla, y las excelentes maderas dan cureñas, y caja incorruptibles. Enseñan los Emigrados de Europa la tácti– ca antigua y moderna. Corren las obras militares por todos los Reynos, y se estudia en ellas con continua dedicación. Son las tropas de línea de Buenos-Aires capaces de entrar en competen– cia contra las que vencieron en Auzterlitz. Decía muy bien Cha– tan en Inglaterra: en el momento que el americano sepa forjar un clavo, las Américas son perdidas para nosotros. Así debió racionar siguiendo los principios de los defensores de la guerra. No es posible que la Europa_ domine en la América, si se quiere usar la fuerza, en el momento que ella se penetre de lo que pue– de, y lo que vale. Es muy fácil dominarla, si se le dirige y gobier– na de modo, que halle su mayor felicidad en la administración Europea. Este ha sido mi sistema" (32). (32) Manuel Lorenzo Vidaurre. Memoria sobre la pacificación de la América Meridional. En: Boletín del Museo Bolivariano, 1929, N~ 13. -29-
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