La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
breves estallidos revolucionarios- que manifiesta una constante inquie– tud conspiradora y separatista (37). Y se conspira y se sufre por la patria -·- (37) No debemos ignorar las apresuradas y erróneas generalizaciones que so– bre los precursores presenta Salvador de Madariaga en su obra: Cuadro histórico y de las Indias. Introducción a Bolívar. Buenos Aires, 1950. Para Madariaga, pre– cursor es sinónimo de hombre impreciso, desleal, utópico, que circula por Europa sin un norte seguro en busca del apoyo inglés. En el desafortunado capítulo "La granada madura" pinta a los precursores como ignorantes de su realidad americana y asombrados ante la visión de Europa; aparecen frívolos y desarraigados. "Eran sumamente ingenuos y cándidos". "No se dieron cuenta suficiente de la parte que les tocaba en los defectos del sistema que combatían parte que hoy sabemos fue considerable. Muy leídos sobre generalidades, lo eran mucho menos en cuanto a los hechos concretos de su patria y continente. Pocos conocían bien la historia de su propia América; menos quizá la vida y hombres de sus ciudades y campos. Ni vale decir que España los tenía sumidos en la ignorancia, porque no eran ignorantes. Fueron por el contrario una de las generaciones más ilustradas, más cultas, mejor formadas que la América Española y aún España han dado hasta ya bien entrado el siglo XX. Y además fracasaron también porque en vez de buscar el remedio a los males del sistema en la reforma lo buscaron en su destrucción. No hay es– pañol que tenga derecho a reprochárselo, puesto que este rasgo típicamente español de su carácter. Aquellos criollos, con razón deseosos de cambio, no intentaron es– tudiar un programa en común con los españoles progresivos de su día, para refor– zar las corrientes valiosas que entonces fluían en la madre patria hacia me– jores días, y laborar de conjunto para salvar al todo con métodos nacidos de su -seno. Se fueron a Londres, por el atajo hacia la satisfacción más pronta de su pasión política, que sentían hambre de libertad nacional pero que era también hambre de poder personal". Como es palmario, para Madariaga no aparece ni des– dibujada siquiera la conciencia de algo propio; la americana o peruana en nuestro caso. Además con desconocimiento curioso de los hechos históricos, en persona tan enterada como Madariaga, imputa a los americanos la responsabilidad de no intentar un diálogo con los españoles para obtener las reformas sociales y políti– cas; aquí podemos simplemente preguntamos ¿cuál es la resonancia que tienen en Cádiz la severa advertencia de nuestros diputados? ¿Es propicio el clima de la corona, tanto en los momentos liberales cuanto en los absolutistas, para discutir la situación americana? ¿No es cierto que en el mismo gobierno español el rey se opone a que se discutan modificaciones sustanciales en América? Y qué mejor tes– timonio que la ausencia de toda actitud concreta frente a los "vaticinios sobre la pérdida de América" que bien estudia Madariaga. Por último, considera fracasa– dos a los precursores porque buscan la destrucción y no la reforma deJ sistema. Aquí, es donde demuestra Madariaga mayor desconocimiento de lo que es un pre– cursor; todos pasan por el reformismo, y precisamente la vida de ellos es prueba del fracaso del reformismo, no del fracaso de los precursores, sino de la falta de visión del gobierno de España frente al necesario cambio de actitud ante América; además el problema no es sólo de "males" o búsqueda de corrección, sino que muy al contrario, los precursores descubren -es claro que ésto hay que aplic~rlo a cada caso personal- que el único camino está en la ruptura con España, pues el Perú se separa de España, no por uno u otro error concreto del gobierno español, sino porque el Perú, como se explica en este trabajo, es una realidad social que precisa vida autónoma y tiene derecho para ellos. Esto es lo que no ve ni intuye Madariaga. ' -32-
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