La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
El grupo peninsular vio, con penetración temerosa, desde el primer momento un larvado pero claro propósito en Túpac Amaru de "sacudir el yugo de la dominación española proclamándose su legítimo soberano como único descendiente de los Yngas Dueños de la Gentilidades estos países". Esto está repetido por Areche en su Carta al Ministro de Indias, José de Gálvez, recalcando que Túpac Amaru aspiraba ''á erigirse Rey de estos dominios, y aniquilar á los que se llaman aquí indistintamente españoles, y á europeos". En concordancia con dichas afirmaciones, un testigo contemporaneo de los sucesos declara: "Ya Tupamaaro se ha co– ronado por Rey y anda con corona con su gente". Y el mariscal de cam– po José del Valle, jefe del ejército que derrotó al caudillo de Tinta, cuan– to escribe al ministro Gálvez, cuenta que Túpac Amaru, ya proclamado nuevo Inca, predicaba entre sus partidarios cómo "todos los que mue– ran bajo sus órdenes en esta guerra, tiene seguridad de que resucitarán después que se haia finalizado y que disfrutarán las felicioades, y las ri– quezas de que están indevidamente despojados". Sin embargo, quizá si la típica actitud antipeninsular de la rebelión está mejor sintetizada por el canónigo español Simón Ximenez de Villalba, al afirmar que la insu– rrección de Tinta "ratificó más, mi antiguo dictamen de que el corazón de toda la sierra se halla en Armas contra nosotros en aquel modo cruel propio del indio". Sin embargo, es necesario aclarar que Túpac Amaru no quiere retornar al incario ni a sus formas de vida política. El es un hombre moderno del siglo XVIII y si toma la bandera del Inca es por circunstancias de su campaña revolucionaria apoyada en la vigorosa tra– dición incásica. El fidelismo tradicional de Túpac Amaru permanece más o menos claro hasta 1776, cuando litigaba estérilmente con los Corregidores de Tinta y del Cusco. Es la etapa de sus alegatos sobre intolerables inobser– vancias respecto a lo ordenado en la "Recopilación de Leyes de las In– dias", supremo código virreinal, justo en sus mandatos aunque diaria– mente burlado. Los principales tópicos de Túpac Amaru están represen– tados por la defensa de las condiciones de trabajo del indio y el recono– cimiento de sus legítimos derechos por ser descendientes de la antigua nobleza imperial incaica. Aunque tales reparos no debilitaban aún su fi– delidad al Rey, aspecto este que es casi general entre los hispanoameri– canos de la época virreinal. En una de sus declaraciones judiciales hecha en Cusco (20-IV-1781), doña Micaela Bastidas confesó haber escuchado a su esposo que "le llevarían a España y el Rey le haría Capitán General". Y si sus reclamos hubieran sido plenamente satisfechos, es posible que la tensión espiritual del caudillo hubiera permanecido por un tiempo latente entre su raleado monarquismo, su férvida adhesión a la vida nueva que vislumbraba, visión alimentada por su conocimiento del pa– sado incaico, el influjo de su experiencia cotidiana y sus lecturas de los "Comentarios Reales" de Garcilaso Chimpuocllo. Túpac Amaru irá des– cubriendo progresivamente que la injusticia era general, tanto en Tinta como en Cusco y en Lima. Le faltó verificarla en la lejana Madrid. La segunda etapa está caracterizada por el esforzado viaje de Túpac Amaru, su lucha judicial y su activa permanencia en la capital virreinal (1777-1778): Es breve pero decisiva. Representa un contacto del prócer - 42 -
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