La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo

en que parece redacta su célebre Carta a los españoles americanos. Aho– ra sabernos que diez años antes, en 1781, varios años antes del estallido de la Revolución Francesa, Viscardo, en la coyuntura de la rebelión de Tú– pac Arnaru, escribe al cónsul inglés en Liorna, John Udny, formulando un claro planteamiento separatista basado en la realidad de América y en la ocasión del levantamiento cuzqueño y pide la ayuda del gobierno in– glés para la ejecución de un plan que esboza en esas mismas cartas del 23 y del 30 de setiembre de 1781. Estos testimonios, fundamentales, tam– poco han pasado ya a los textos escolares y no se comentan en su inne– gable trascendencia en las explicaciones escolares. Ni la historiografía hispanoamericana ni concretamente la peruana han dado aún a Viscardo la importancia que merece, aunque hay varios estudios sobre el pers· naje. Los más importantes siguen siendo los de Rubén Vargas Ugarte S.J. y Miguel Batllori S.J.; C) Todo el período precursor de planteamientos doctrinarios tiene su foco de irradiación y de maduración cultural en el Perú y en Lima. ¿Qué testimonios pueden aducir otros territorios hispanoamericanos, con– temporáneos y comparables al planteamiento político de Baquíjano en su Elogio de 1781, a los planes de reforma pedagógica de Rodríguez de Mendoza en el Convictorio de San Carlos, desde 1786, a toda la literatura americanista del Mercurio Peruano, de 1791 a 1795? Además de esos tres puntos anteriores que precisan la posición pe– ruana en el proceso emancipador del continente, podernos señalar, a ma– nera de conclusi0nes de esta charla, los puntos siguientes: D) En todo el Perú se desarrollan a lo largo de las dos primeras dé– cadas del XIX diversos movimientos, que hemos visto panorárnicarnente, unos dentro del marco fidelista y otros, la mayoría, con propósitos au– tonomistas o de inequívoca determinación separatista; E) Nuestro principal movimiento del XIX es el del Cuzco de los hermanos Angulo y Purnacahua y el cura Muñecas, que tiene en Arequipa el apoyo doctrinario del clérigo Mariano José de Arce, más tarde uno de los más conspicuos tribunos antirnonárquicos, y el apoyo literario y ro– mántico de Mariano Melgar, acaso el primer poeta romántico de América, cronológicamente. Este movimiento tiene enorme importancia por su carácter, su desarrollo, su extensión, su fin trágico, sus consecuencias. Ante este movimiento ni Abascal puede ocultar en su Memoria la preo– cupación, la honda inquietud del bando realista. Es un movimiento ver– daderamente nacional porque sale del Cuzco, llega a Arequipa, Huaman– ga, el Alto Perú e intenta conexiones limeñas. Debernos destacarlo jus– ticieramente; F) En esta etapa precursora, antes de la llegada del Ejército Liber– tador, la figura prócer del revolucionario es seguramente José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete: une las condiciones de conspirador y activista y las del hombre de pensamiento, corno lo revela su folleto de Las 28 causas; es el jefe visible del partido patriota limeño y el leader de la conspiración durante los diez últimos años del Virreinato, el primer co- - 60-

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