La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo

mo Palacio de Pizarro y el Virrey Abascal lo extendió y mejoró; al lado de Mendoza y Arguedas, figura como Primer Maestro el notable marino científico Andrés Baleato y como Segundo Maestro, Eduardo Carrasco, mas tarde Contralmirante del Perú. De esa Escuela desciende en línea di– recta, salvo pequeñas soluciones de continuidad, nuestra actual Escuela Naval, con una prosapia que no posee ninguna otra de América. Una Marina como la nuestra, con tan notables antecedentes, no era posible así por así su decadencia en los momentos mismos de la Inde– pendencia. Ya hemos dicho que siempre para tales fenómenos existe una complejidad de circunstancias. 2.-Unas frases respecto a la importancia de la Marllna Durante un largo período colonial, debemos declarar honorable– mente, que nuestro pueblo y lo cual es más delicado, las clases conduc– toras, permanecieron extraños a los problemas marítimos y a su in– fluencia en el desarrollo del país. Y no podían ejercer ellos una influencia duradera en nuestra manera de pensar, porque en realidad era España quien dirigía todo lo marítimo y los criollos solo acompañaban; estába– mos ligados al destino de la metrópoli y no se logró nunca formar una visión de conjunto del gran fenómeno, vale decir, del objetivo marítimo. Se entiende por importancia de la Marina, no solo el progreso que acre– cienta el poder productor de las Naciones, y el cambio de mercaderías entre los pueblos mediante las embarcaciones que navegan las aguas, sino en la fuerza expansiva con naves comerciales y de guerra, resultado del esfuerzo industrial y científico. Quiere decir que al fijar la vista en la Marina, estarnos midiendo el vigor, la potencia y el influjo de una Na– ción en los destinos humanos, por su capacidad para el cambio, por su poder para el transporte del trabajo, por la Fuerza Naval que desempeña esta función que son las naves comerciales y, asimismo, los buques de guerra, defensores de la continuidad y crecimiento de toda expansión de vida y, del mismo modo, garantía de independencia patria. Sucedió con España que fue víctima de un verdadero alejamiento del mar y de aquí la pérdida de su dominio y un lento crecer, alternado con períodos de agotamiento de su comercio e industria, vale decir, las fuentes de aquél. España demostraba que la materia naval era noción completamente ajena a su idiosincracia nacional. Había cual una mani– festación atávica un despego de las cosas marítimas, no solo de la masa popular sino de los espíritus cultos. Si industria y comercio constitu– yeron y constituyen el nervio de las Naciones, esto no prospera ni pros– peró nunca sin Marina. Ahora bien, en los días coloniales, la situación estratégica del Perú en el continente, sus riquezas y un pasado imperial. preñado de grandeza, nos ganaron el afecto de la metrópoli y un apoyo de una gran potencia debía ponemos en situación de privilegio. Adelan– tamos mucho con respecto a los otros países limítrofes. Bien dice Riva Agüero: "Herederos del más antiguo Virreynato en la América Meridio– nal, fuimos desde Panamá al Estrecho, el Superior núcleo poltico y administrativo, cuyo mando solía conferirse como ascenso a los Virreyes salientes de Méjico, el emporio primogénito del Norte. Los siglos XVI y -66-

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