La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
XVII, de la hegemonía mundial española de los Austrias, fueron muy en particular los del apogeo y opulencia peruanos. Con España florecimos y decaímos, íntimamente ligados con ella". Nada es mas significativo de la importancia del Perú, el que San Martín y Bolívar acudieran a las tierras del antiguo Virreinato peruano: los dos Libertadores que por el sur y el norte y en el comienzo como en el fin de las luchas por la emancipación, dieron a este continente su soberanía; es que la tenaz resistencia opuesta por los realistas, instalados en nuestro actual país, a los movimientos sub– versivos sudamericanos, constituyó algo esencial y concluyente. No se de– be olvidar que en los días finales de la Colonia, el Perú era el centro del poder hispano en Sudamérica, con el Ejército realista más poderoso, con la más numerosa agrupación de españoles y, asunto de un peso trascen– dental, con una de las Escuadras más fuerte de América. Toda la marcha de la Independencia tuvo estrecha relación con el mar, con su dominio y con la realización de operaciones marítimas. Tan íntimamente como estábamos unidos a España, pudimos defender el co– mercio nacional y las naves de la matrícula chalaca, mientras la Escua– dra española pudo operar; pero no bien se refugió ella en la base del Ca– llao, sólo fuimos espectadores de los actos navales de los patriotas y al nacer una nueva era, el poderío marítimo peruano es reemplazado por otro poderío. 3.-El Poder Naval de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Al ocuparnos del papel llevado a cabo por la Marina en la Indepen– dencia, nos vemos precisados a saltar a otro Virreinato ,al del Río de la Plata, donde a partir de 1810, se puso en evidencia una idea de irreconci– liable repulsión contra la metrópoli hispánica. No es nuestro propósito interpretar hechos de los cuales ya tratamos precisamente hace un año ante vosotros; a duras penas refrescaremos un poco la memoria con ge– neralizaciones. En aquella ocasión, hablamos de la Marina española, cu– ya Armada tan gloriosa y desgraciada, después de sufrir los desastres del Cabo San Vicente y el de Trafalgar, se redujo más al hallarse el Gobierno en la imposibilidad de construir nuevos buques; entonces se dejaron po– drir en los puertos y Arsenales de Mahon, Cartagena, Cádiz, Ferrol y la Habana, los pocos barcos que quedaban. Apenas unos cuantos navíos y algunos barcos menores fue la herencia recibida por Femando a su as– censq, al trono. Frente a la decadencia española, el flujo y reflujo del mo– vimiento revolucionario americano, una vez comenzado, cobija, sin solu– ción de continuidad, como el flujo y reflujo del mar, todo el espacio colo– nial hispano. Fue, entonces, que Buenos Aires preparado por la heroica y gloriosa campaña contra los ingleses, se lanzó en la lucha separatista con España, junto con las Provincias del Paraguay, Córdoba y Chuquisaca. Prolongada guerra hasta que Gaspar Vigodet, reducido al último extremo, entregó 1 or capitulación la plaza de Montevideo en junio de 1814, con cinco mi prisioneros y un inmenso parque de artillería. Dijimos que las consecuencias de esa rendición, baluarte del _poder español en el Río de la Plata, fueron de grandes efectos para el Alto y Bajo Perú y para Chi– le; por lo pronto, todo el empuje de Pezuela quedó detenido en las alti– planicies bolivianas y la marea cambió de rumbo. -67-
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