La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo
No podernos dudar que, primitivamente el pensamiento del Gobierno de en Buenos Aires, resaltando las ventajas pecuniarias que podrían resultar nir que ese plan constituía una operación de guerra con un enlace total y, en consecuencia, incumbía para dicho fin el despacho de una Fuerza Na– val, con Oficiales y marinería militares. Desde el momento que el Gobier– no careció de recursos adecuados para movilizar buques de guerra y de– cidió despachar naves corsarias tripuladas con aventureros extranjeros, varió el plan y las cosas fueron otras. La misma propaganda efectuada en Buenos Aires, resaltando las ventajas pecuniarias que podrían resultar de emprender el corso a una región con un comercio intenso, navegando sus aguas una apreciable cantidad de barcos mercantes, posee un signi– ficado muy palmario. Aclarando lo anterior, recurramos a la obra de José Toribio Medina, titulada La Expedición de corso del Comodoro Guillermo Brown en aguas del Pacífico.- Octubre de 1815-Junlo de 1816, donde se puede leer lo siguiente: "Así, pues, digámoslo de una vez y con franqueza: una expe– dición compuesta de hombres de todas clases y no pudiendo, por consi– guiente, tener por objeto operación alguna -según la frase de un espa– ñol-, "qué apoyase o diese algún ensanche a los insurgentes, y si sólo, robar, aunque fuese a ellos mismos, cuando pudiesen largarse a la ma– yor distancia". No, por cierto, en términos tan crudos, pero si que el principal norte de la gran mayoría de los que componían la expedición no podía ser otro que el de enriquecerse con las presas que lograran hacer, sin incidir por ello de modo alguno en la nota de ladrones con que los por ellos damnificados pretendían estigmatizarlos". Para el historiador Medina los "damnificados", corno los titula, eran godos de pura cepa, con– siderando lo mismo que su paisano Diego Barros Arana, al estudiar la Gaceta del Gobierno de Lima de la época, donde las protestas contra los corsarios y los términos crudos publicados en dicho periódico por las au– toridades hispanas, acusaban los duros golpes que recibía el Gobierno real; pero, la verdad era bien distinta. Los barcos, caudales, cargamentos, etc., de más de doscientas naves matriculadas en el Callao, pertenecían a familias limeñas, de modo que los continuos infortunios de parte de los corsarios, arruinó a la clase más calificada peruana y cuya catástrofe eco– nómica atrasó muchos años el progreso de nuestro país. Por lo pronto perdimos para siempre el comercio de Oriente. La expedición constó de la pequeña fragata Hércules, del bergantín Trinidad, del bergantín Halcón y de la goleta Constitución; comandaba en jefe el Comodoro Guillermo Brown, irlandés de nacimiento, quien ha– bía dirigido la Marina Argentina en las campañas navales del Plata, go– zando de merecido renombre como héroe del combate naval del 16 de Mayo de 1814. Listos a partir, el Gobierno decidió que Brown no se mo– viera de Buenos Aires; sin embargo zarpó apresuradamente para evitar su detención y, poco después, puso rumbo al Cabo de Hornos con la Hércules y la Trinidad. Dos semanas más tarde, el 31 de Octubre de 1815, siguió la Constitución para naufragar al doblar el Cabo de Hornos, mien– tras la Halcón mandada por Hipólito Bouchard fue a reunirse con las naves de Brown en la isla La Mocha, al sur de Chile, punto de encuentro convenido antes de ]a partida de Buenos Aires. De aquí, por separado, -69-
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