La independencia nacional conferencias dictadas por encargo de la cnsip segundo ciclo

ron las señoras en los salones. Tenemos que repetir lo que ya se ha dicho tantas veces -por nosotros inclusive- que con las "tradiciones peruanas" de Palma se puede hacer la historia caliente, viva, de nuestro país. Por lo menos, un segmento fundamental de lo que es la historia en creación crítica del pasado; hacer revivir la atmósfera impalpable de cada época en el proceso cultural de un pueblo. Y esto no es "pasadis– mo", como se desprende de ciertas equívocas interpretaciones. Ni su ex– posición resulta frenadora del proceso social. Por el contrario, es el pro– ducto de un hábil escritor liberal y profundamente compenetrado con su tiempo, como puede apreciarse en su crítica del presente, sin mengua de burla del pasado, que han reconocido críticos de valía, incluyendo a José Carlos Mariátegui, quien muestra la obra de Palma como resultado de su posición de agudo analizador de una cultura en calidad de hombre de clase media del país. Por ello, alguna vez nos servimos de Palma para hacer una historia de Lima. Hoy utilizamos sus "tradiciones" para apreciar el fenómeno po– lítico-cultural que lleva a la rebelión y, luego, a la lucha concreta por la Independencia del Perú que se produce a lo largo del siglo XVIII y en las tres primeras décadas del XIX. Por 1720, en el Virreinato del Perú se escriben "redondillas" en los salones virreinales, y se repiten composiciones intrascendentes, loas y pa– negíricos, que forman un ancho capítulo de nuestra literatura colonial. Pero ya los viajeros franceses y españoles comienzan a mostrar en escue– tas memorias el panorama de nuestras ciudades y a hincar sus garras en la sociedad de entonces, mientras la minuciosidad y deslumbramiento de los científicos presentan al mundo los variados aspectos de nuestra "vida natural". Las citas de investigadores y de viajeros dan una nueva nota y avivan la inquietud; en tanto crece el descontento, primero en los crio– llos, después en los mestizos y renace la vena popular en medio de la descomposición virreinal. Los viajeros franceses Frezier, Fouille, La Condamine, al lado del da– to científico, estampan observaciones de crítica social, exagerando mu– chas veces las notas poco edificantes de la sociedad peruana. Los viaje– ros españoles Juan y Ulloa "renovarán con su espíritu minucioso y des– criptivo -dice Porras Barrenechea- las observaciones físicas y socia– les de los antiguos cronistas, pero uniendo a sus observaciones de histo– ria natural el espíritu crítico y la filosofía de su época. El Viaje a la Amé• rica Meridional de Juan y Ulloa -continúa- tiene para el Perú del siglo XVIII, el mismo valor histórico y geográfico que la crónica de Cieza en el siglo XVI o El Perú de Raimondi en el siglo XIX". En estos viajeros se esboza ya la protesta, después del cuadro sombrío de las instituciones coloniales que ellos exponen. La sociedad virreinal se resquebraja por variados motivos económicos y sociales. El testimonio de viajeros y ob– servadores es elocuente. Bajo el Gobierno del Virrey José de Armendáriz, Marqués de Cas– telfuerte, nos encontramos frente a manifestaciones precisas de esa lar– ga crisis colonial. El ambiente de aquella época: de perturbaciones lo- - 94 -

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