La Marina, 1780-1822

LA MARINA 135 tado con opción a otro beneficio, según más hubiere lugar en De– recho, con la debida subordinación parezco ante la recta justifi– cación de V.S. y digo: Que tengo elevado un parte extensivo por de menor al Excelentísimo Señor Capitán General y Protector del Perú don José de San Martín; y conviniéndome en el día referir– me, lo hago con solo lo mas sustancial del acaecimiento ocurrido quando aprisioné el enunciado Paylebot Sacramento. Salí del puerto del Callao el 10 de Marzo del presente año para el puerto de Panamá con escala en Payta, conduciendo la correspondencia para España; en este tránsito convoqué a mi hermano Andrés con siete marineros más, para la presa del dicho Paylebot; conseguí la empresa con algún trabajo, hice prisioneros catorce chapetones; de éstos, un Capitán nombrado Cortines me hizo llamar por conducto de los marineros, varias veces, para que recibiese 221 onzas de oro y 500 pesos en plata que traía en sus arcas, a que no condecendí porque sus miras eran indignas de aceptarse. Asimismo, un don Plácido Zamora, europeo como el anterior, me llamó varias (fol. 114v) veces para el mismo proyecto del primero, sacándome partidos, los que siempre firme y nada co– dicioso desprecié las cien onzas de oro que decía tenía en su poder para partirse conmigo siempre que no se las descubriese al Comandante del Puerto de Payta, para donde los dirigía: Asi– mismo, supe por noticia que los marineros adquirieron que otro no sé quién llevaba algunas alhajas preciosas, lo que es natural si se hallaron dentro de las arcas hubiese recaído en poder del Comandante del Puerto, que lo era don Francisco Frías, a quien le hice entrega de todos los equipajes de los susodichos prisio– neros. Así lo debe declarar dicho Comandante, y que yo por haber cedido en sus facultades todo quanto pudiese haber de respon– sabilidad; me retiré a mi casa con mi hermano, y los marineros cada uno tomó su camino: pero dicho Comandante volviendo a mí me obligó a conservar el buque en mi poder, inventariados todos los pertrechos del buque, a excepción de las armas y equi– pajes de los prisioneros, lo que obediente abracé, y del mismo modo por su inventario lo vine a entregar en el puerto de Supe de orden Superior a disposición del Estado. En todos estos casos, yo ni mi hermano ni marineros hemos exigído por socorro alguno, manteniéndome (fol. 115) con mis cortos intereses, en atención a meritarme para conseguir un em– pleo que pueda desempeñarlo como se verá en la cesión que

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx