La Marina, 1780-1822

LA MARINA 137 El día 23 a las siete del día llegó el Comandante en mi propia casa, a quien inmediatamente le puse a su disposición el referido equipaje, con algunos muebles sueltos, de un sable con sus tiros, un sombrero de teja, bastón bien for rado , una encomienda de cin– tas, un anteojo y otras frioleras, y preguntándome por sus llaves le hice ver que desde el mismo momento que las exigí de los pri– sioneros, con presencia de todos, las deposité en el Subdelegado de Marina, pero que según sabía por el Contramaestre Cárcamo, había algún interés de onzas y plata en dicho equipaje. Lo cierto es que el día 24 se me apareció el Ayudan te don Bernardo Soffia con el dependiente del Caballero Cortines y las llaves de su equi– paje, que de orden del Comandante había pedido al Subdelegado de Marina, y abriendo las arcas de Cortines le pregunté al Ayu– dante que qué contenía esa apertura, a lo que me contestó que de orden del Comandante se iba a sacar ropa para que se muda– se de limpio el caballero Cortines: Mas; estando yo observando el procedimiento de esta apertura, reparé dos cosas: La primera, que después de la ropa que se sacó también se extrajo una talega de pita enrejada con doscientos a trescientos pesos del baúl, y la segunda que en medio de dicho baúl se descubrió una pelota forrada y cosida en crudo que, sin que me quede nada, debo creer sean las doscientas veinte y una onzas de este Caballero, porque aunque ahora se dice que fueron seiscientos pesos el bulto de ellos no acreditaba esta verdad, y sí la de doscientas veinte y una onzas: Lo cierto es que procedieron a hacer un Inventario prolijo de las menudencias mas ridículas del buque, pero de los equipajes nó, dejándolo todo el Comandante don Félix Olazábal para verificarlo en Piura. Este procedimiento es público y noto– rio al mismo Comandante y consequente a él seguí un Expedien– te que le mandé, el qual me dice estaba e inmilitar (sic) y al cabo de mes y días comisionó al Ayudante Soffia para que siguiese otro, el cual mandó a Ja Presidencia, con declaración mía, y aquí se me recibió confesión, en la que menudamente expreso todos los (fol. 116) acaecimientos y trámites que se siguieron en el amparo de este buque. Los equipajes caminaron para Piura con el Subteniente don Manuel Rejón y custodia, prevenido éste por mí velase sobre ellos, como que decían había interés. Es quanto puedo decir en Jo pron– to, en obsequio de la verdad, bajo de mi palabra de honor lo ase– guro, cumpliendo con el Superior mandato de Vuestra Señoría Muy Ilustre, y en el concepto de que ambos Expedientes que cito, y muy especialmente en el que corre mi confesión y Ja del Sar-

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