La Marina, 1780-1822
La inquietud de Elías lo llevó a trabajar, con detenimiento, mo– nografías históricas de nuestra Marina de Guerra, como la que se refiere a la actuación de la lancha torpedera Alianza en el sitio de Arica, que culminó con el heroico sacrificio de Bolognesi en el morro legendario. (La Lancha Torpedera "Alianza" en la Epopeya de Arica (Callao, 1962). Ha dejado inéditos varios extensos capítulos sobre la historia naval entre 1853 y 1860. Alguna vez manifestamos que "esfuerzos como los del Capitán de Navío Elías son necesarios para acentuar la conciencia histórica na– cional y de nuestra gloriosa Marina de Guerra". Desgraciadamente llegó el día en que la muerte puso inesperado final a tan beneméritos afanes. El 23 de octubre de 1972 fallecía nuestro dilecto amigo, de– jando una tarea inconclusa no sólo en su entrañable Archivo y Mu– seo, sino en el seno mismo de la Comisión Nacional del Sesqui– centenario. Elías había llegado a publicar tres volúmenes del Tomo VII de la Colección Documental, antecedidos por un prólogo en el que se precisa los alcances y sentido de la compilación (Ver volumen 1 9 ). Pero hacía falta llevar a buen término los planes de publica– ción de Elías. Por la amistad y confianza que nos unió, la Comisión Nacional creyó conveniente -siguiendo en esto un deseo del difun· to- designarme para asumir el trabajo de proseguir la publicación del Tomo VII. El volumen 49, que ahora se edita, está integrado por documen– tos de los informes de los comandantes británicos estacionados en las costas de América del Sur. Desde fines del siglo XVIII, a raíz de las guerras entre España y la Gran Bretaña, la Real Marina Británica, la famosa British Navy, había tenido estrecho contacto con los países del Imperio Español en América. En esa época consiguió prácticamente cortar el tráfico na– val entre la Península y los virreinatos. En 1806 se advierte un es– fuerzo británico para apoderarse de Buenos Aires, que resulta frus– trado. Un segundo intento, en 1807, no hizo sino confirmar al gobier– no de Su Majestad Británica la decisión de los hispanoamericanos de no admitir nuevos conquistadores, que tenían la agravante de ser de distinta raza, lengua y, sobre todo, religión. El pragmatismo británico -sin perderse en consideraciones teó– ricas- apuntaba a objetivos directos. Vio muy claro que el único camino para ser acogidos por los sudamericanos era cooperar a la liberación y, sin hesitaciones, esa fue la vía que tomaron, aunque
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