La Marina, 1780-1822
of the Commanders-in-Chief on the South American Station, en una elegante edición de The Navy Records Society, en 1962. En sus afanes por ahondar en la historia de nuestro mar, que en J.J. Elías siempre fueron serios, fue éste perfeccionando sus co– nocimientos de metodología y crítica históricas. Por tales circunstan– cias, llegó a la conclusión de que se hacía imperativo escribir nueva– mente la historia marítima del Perú. Nuestro recordado amigo era hombre de acción y, como tal, se impuso la actividad proselitista de "convertir a la buena causa" a un grupo de distinguidos oficiales de nuestra Marina. Así se formó la "Comisión para escribir la Historia Marítima del Perú", presidida por el Contralmirante (r) Federico Salmón de la Jara y cuyo secretario es el infatigable Capitán de Fragata (r) Luis Felipe Villena. A una de esas inolvidables reuniones que, a comienzos de la década de 1960, teníamos en el viejo local del Centro Naval del Callao, llevé la compilación de los profesores G.S. Graham y R.A. Humphreys. Nuestro ilustre amigo se posesionó de ella y se apa– sionó con su lectura. En la siguiente sesión, el comandante Elías propuso a la Comisión se hiciese fotocopiar todos los documentos navales de interés para la historia marítima del Perú existentes en la Gran Bretaña y en la época cuyo estudio estaba previsto. La propuesta del Capitán de Navio Elías fue acogida por la Co– misión y se recurrió a la señorita Celia Wu, distinguida estudiante que se encontraba a la sazón en Londres trabajando en la prepa– ración de su tesis para optar el grado de Doctor en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Celia Wu cumplió su co– metido con brillantez. Con esa documentación el Comandante Elías preparó el presen– te volumen, donde se encuentra valiosísima información sobre va– riados aspectos de nuestra historia. Si bien es cierto que su impor– tancia es grande para la historia marítima, esto no disminuye su calidad de fuente para conocer la política interna del Virreinato Y la naciente república, sus relaciones exteriores, economía y comer– cio, intereses británicos y de otras potencias. La calidad de los informes, su concisión y excelente redacción hacen que no decaiga el interés de su lectura. Su condición de docu· mentos, que hoy llamaríamos reservados, otorgan al contenido, Y particularmente a los juicios personales de los comandantes britá– nicos, un interés especial. La objetividad es extraordinaria, no sal– vándose de las opiniones adversas ni Lord Cochrane, quien por su posición social y dentro de la marina británica merecía un trata-
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