La Marina, 1780-1822

LA MARINA 251 El Virrey anterior, General Pezuela, pudiendo conseguir par– tir a bordo de la nave americana General Brown (a la cual ha– bía comprometido para que lo llevara a Río de Janeiro) y ha– biendo llegado al Callao la fragata americana Constelation con el Capitán Ridgely tuvo éxito con éste y fue recibido a bordo de la Constelation, colocando en cierto sentido en una difícil situación al Capitán Ridgely -y algo también de extraordinario es que el General San Martín y el General Pezuela hayan tenido varias entrevistas- ambas están por supuesto opuestas al orden actual de cosas en Lima; mientras que sin embargo la autoridad rea~ está disminuyendo rápidamente y se espera como último acto de este actual Gobierno que intentará una retirada al Alto Perú con cuantas tropas y personas lfJales a las armas realistas sea posible que el General La Serna pueda llevar consigo, lo que se estima será a lo máximo 2,000 en total. La ciudad está ahora escasa de provisiones, pero hay dife– rentes suposiciones sobre el éxit o final de la expedición. Se pen– saba que el pueblo no se sostendría dos meses más. Muchos de los comerciantes más respetables se han adherido a la causa pa– triota y se mantiene una constante comunicación entre el ejér– cito chileno y la ciudad. Los novedosos procedimientos de Lord Cochrane, detallados a Su Excelencia en mi carta N9 46, requerían que me informara del Gobierno chileno, sobre si su conducta estaba aprobada por ellos o no; se incluye una copia de mi carta a Su Excelencia el Supre– mo Director, y la respuesta que recibí, por las cuales observarán Sus Excelencias que tales actuaciones no le han sido autoriza– das por el Gobierno y que ha sido ordenado diferir su ejecución final. Es mi intención continuar a lo largo de la costa con el Creole y el Superb para la protección de nuestro comercio y tra– tar de encontrar al Almirante chileno (y espero que podré con– vencerlo por lo menos de la extrema irregularidad de la imposi– ción de impuestos en la forma que lo ha hecho). El Supremo Director me aseguró personalmente que era muy contrario a sus deseos y me ha dado con ese objeto vna carta para el Vice-Almi– rante, la cual pienso entregar personalmente. Estoy convencido de que la llegada del Superb ha hecho sus– pender la sentencia final sobre los navíos británicos por los jueces que están interesados en su condena, pues al no tener sueldo se les paga de las actuaciones. La prueba más fuerte contra ellos son la'; cartas de Lord Cochrane y la circunstancia conocida que no yJUede importarse propiedad extranjera en las

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