La Marina, 1780-1822
264 CAP. DE NAVIO JULIO J. ELIAS debiera subsistir entre ambos, pero comprendiendo la gran importancia de eliminar toda diferencia capaz de perjudicar las operaciones de la campaña, prefirió recurrir en todo momento a la moderación y cortesía, en lugar de manifestar su justo des– agrado a Vtra. Señoría con referencia al servicio, así como otros puntos en los cuales Vtra. Señoría ha comprometido la causa del país. Es lamentable, pero a pesar de todo necesario, tener que re– cordar a Vtra. Señoría las fechas que confirman lo que aca– bo de afirmar. Omitiré el desorden y la confusión de la escua– dra y el convoy durante todo el viaje, atribuido a la negligencia de las órdenes de Vtra. Señoría y el peligro a que estuvo ex– puesta la nave Aguila, en la cual estaba embarcada no menos que una cuarta parte de la expedición, por no haber tenido ni carta ni cuadrante a bordo que la dirigiera, así como el mal estado de su casco, por lo cual se perdieron todas las provi– siones de a bordo, siendo responsable Vtra. Señoría por hacer navegar en buque en ese estado, y determinado por el directo interés que Ud. tenía en hacerlo así. Igualmente pasaré en silen– cio la venta por Vtra. Señoría de una cantidad de botijas de licores en Pisco, que Ud. recibió para el uso de la Escuadra, como de otros sucesos en ese lugar y me limitaré a un periodo cuando las preocupaciones y ansiedad que Vtra. Señoría causó al Pro– tector del Perú, serán consideradas sin duda alguna la úni– ca calamidad que ha experimentado durante la totalidad de su delicada campaña. Aunque el orden cronológico de los sucesos puede no ser el más exacto, estoy plenamente convencido que Vtra. Señoría aceptará la veracidad de lo que le expondré. El Gobierno de Chile ha experimentado pocas pérdidas tan severas como la del San Martín, destruido en Chorrillos, atri– buida a Vtra. Señoría de acuerdo con la comunicación del Capitán Wilkinson, cuyo original ha sido enviado a Chile. En ella manifiesta que Vtra. Señoría estaba en la cubierta dando órdenes, y que la nave embarrancó antes de que Ud. mandara soltar el ancla. La circunstancia es más agravante por cuan– to Ud. debe haber conocido el peligro del lugar; Ud. actuó contra órdenes positivas, no para servicio público, sino para desembarcar la carga de a bordo, cuya mayor parte proviene de la costa de Arica. Hablando de esa circunstancia, me viene a la mente otro hecho que acusa fuertemente la conducta de Vtra. Señoría tal como abandonar el objetivo de la expedición del Coronel Miller, y Vtra. Señoría actuó bajo su propia au-
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