La Marina, 1780-1822

14 CAP. DE NAVIO JULIO J. ELIAS de Tomás Blanco, nos preguntó de dónde veníamos y le respon– dí que desde Río de Janeiro, a dónde íbamos, contestando a Val– paraíso, me ordenó subir a bordo con mis papeles. Subí con ellos, cuando me informó que sus órdenes eran revisar toda na– ve en la costa de Chile, entonces envió gran número de hombres a bordo, muchos de ellos indios salvajes. Se adueñaron de mi barco y a las 6 y 1/2 p.m. se me ordenó dirigirme a mi nave nue– vamente, pero retuvo mis papeles; cuando llegué a bordo me pu– sieron bajo guardia y quedé prisionero con un centinela en ca– da una de las escotillas. Iniciaron entonces la búsqueda, robo y saqueo de todo; abrieron cajas, fardos, baúles, cofres, etc. por la cantidad de 200 o más. El 25 violentaron mis baúles con mi ropa, sustrayendo sacos, chalecos, pantalones, etc.; me exigieron entonces mi dinero a lo que les respondí que no tenía ninguno, demandaron entonces todos los licores de a bordo, les dije que tenía escasa cantidad de ellos, pero demandaron aun eso. Comie– ron todas las provisiones que teníamos sin cocinar a bordo. El 28 me ordenó volver a bordo cuando me dijo que no podía darme provisiones ni dejarme ingresar a ningún puerto hasta Lima, pero que había enviado toda provisión de que podría disponer (según dijo). Puso muchos hombres a bordo con un oficial y les orde– nó continuar a Lima, fuimos puestos a una ración de tres onzas de chancho por día con un cuarto de agua (que era muy salada) cada 24 horas. Solamente eran permitidos cierto número de tri– pulantes en cubierta a la vez, habiendo un guardia permanente sobre ellos. Nos habían quitado nuestras armas cortas y mache– tes y no se me permitió decir nada en absoluto. El 6 de noviembre llegamos a Lima, y el 7 el comandan– te y otros oficiales del puerto vinieron a bordo y retiraron todos los papeles. El 8 de los corrientes, nueve de mis tripulantes fue– ron llevados a bordo de la fragata española como prisioneros Y están a bordo todavía; cinco de nosotros quedamos a bordo. Yo estoy retenído como prisionero, no se me permite hablar con nadie ni enviar o recibir ninguna carta, no me conceden ningu– na alimentación, teniéndola que encontrar yo mismo. He escri– to el 9 de los corrientes al comandante, solicitándole se me per– mita obtener mi libertad, no recibiendo respuesta, pero el oficial a bordo me informó que debía permanecer prisionero el mismo día que habían sellado las escotillas. Había dos baúles con mi vestimenta de los que les pedí no me privaran, pero los toma– ron, sellaron y pusieron en la bodega. El 12 fui llevado a la fra– gata española anclada en la bahía del Callao, y presenté mi de-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx