La Marina, 1780-1822
278 CAP. DE NAVIO JULIO J, ELIAS desde lo cual no se ha oído nada de importancia de ellos, y aunque se unieran las pocas tropas que están con el Gral. Ramírez en la provincia de P.requipa, que es muy inclinada a la causa patriota, con las del Virrey General La Serna, su fuerza sería inadecuada para iniciar cualquier operación importante. El Gobernador no perdió tiempo tampoco después que se retiró el Gral. Canterac, el 19 de septiembre, para entrar en co– municación con el Protector del Perú, Gral. San Martín, y el resultado fue la rendición de los Castillos del Callao dos días después como he informado anteriormente a Sus Excelencias. A mi regreso a este fondeadero, no sólo fui informado por el Capitán Mackenzie que Lord Cochrane había capturado una suma cercana a 400,000 pesos, asunto de mi carta N? 93, sino que el Protector me dijo unos días antes que Lord Cochra– ne anteriormente a esto, había estado manteniendo correspon– dencia clandestina con el Gobernador del Callao y con los es– pañoles ricos que se habían refugiado allí, bien fuera para pro· porcionarles provisiones y embarcar a los que quisieran a bordo de la Escuadra por una suma fija por indíviduo, o recibir él la posesión de los Castillos (independientemente del Protector) con un tercio del tesoro, para enviar a todos los realistas bien a Europa, Río de Janeiro o a otro lugar, excepto Chile y Perú. El Protec– tor al dar su respuesta a la comunicación antes mencionada del Gobernador al haber recibido información de ello (ciertamente sospecho que él conocía esto desde el principio), le dio carta– blanca y concediéndole términos muy moderados. Desde mi con– versación con el Protector, he visto una copia de la carta oficial de Lord Cochrane al Gobernador La Mar, conteniendo la oferta que le hiciera alcanzar la posesión de las fortalezas para el Go· bierno chileno. El Almirante dejó este fondeadero el seis de octubre para Guayaquil, con las naves malamente tripuladas, habiendo deser· tado un gran número de británicos. Esta actuación, así como su anterior expedición en la costa, parece haber estado en opo– sición directa a las órdenes del Protector, que finalmente fueron para que Su Señoría [Lord CochraneJ se dirigiera a Valparaíso, como verán Sus Excelencias por la copia de una carta adjunta que he recibido de Su Excelencia. Se me ha dicho que los planes del Almirante eran dirigirse hacia el Norte, pero quizás el último tratado que se dio a conocer aquí con respecto a México como
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