La Marina, 1780-1822

LA IVl'.ARINA 285 Martín o su amigo el Gral. La ~.'!ar, el último Gobernador espa– ñol del Callao, estando en ese lugar, aprovecharon la circuns– tancia. Como consecuencia de esa capitulación los patriotas no tienen fuerza naval española con quien pelear al momento en el Pacifico. Lord Cochrane se sentirá muy defraudado de que estas naves hubieran escapado a su persecución con la escuadra chi– lena bajo su mando. En mi última entrevista con el Supremo Director de Chile, tengo el placer de solicitarle informar a Sus Señorías que me dio la más definitiva seguridad que se prest2.ría al comercio bri– tánico toda protección que estuviera a su alcance y al de su Go– bierno, y me informó que Lord Cochrane en sus últimas cartas, le había dejado firmemente impresa en su mente la necesidad de evitar cualquier acto de hostilidad hacia la bandera británica, y que era el interés de los chilenos conciliar tanto con el Gobierno como con los comerciantes de Gran Bretaña. Espero por lo tanto, que nuestro comercio encontrará grandes alientos en el Estado de Chile, y espero que los bergantines [mercantes] Indian y Co– lumbia serán entregados a breve plazo. El [mercante] Lord Cath– cart aún estaba anclado en Valparaíso, por repetidas demoras en pago de los fletes a su sobrecargo. El Director también me informó que los diputados perua– nos habían formulado fuertes quejas contra Lord Cochrane. Su Excelencia el Gral. O'Higgins es ciertamente de la misma opinión que el Protector del Perú Gral. San Martin, sobre la conducta de Su Señoría en el Callao y en la bahia de Ancón, pero me da la impresión de que el Gobierno chileno aprobará exteriormen– te los procedimientos de su Almirante e intentará hacer todo lo que estuviera en su poder para alentar su regreso a Chile, con el objeto de recuperar sus barcos, pero me es tan imposible con– jeturar sobre la probabilidad de que Lord Cochrane visitará nue– vamente Chile, como lo es de las medidas que pueden ser se– guidas contra él en caso que regrese. Los últimos informes de los puertos intermedios del Perú indicaban que los 1,500 hombres de tropa mandados desde Lima habían sido aumentados a 4,000 y que el general español Can– terac estaba avanzando hacia ellos desde Arequipa y del inte– rior para cortarles sus aprovisionamientos y agua; pero la opi– nión pública está tan a favor de la causa patriota que es impo– sible admitir cualquier esperanza de éxito para los realistas. También se han recibido informes de que los habitantes de Potosí

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