La Marina, 1780-1822

LA MARINA 311 marzo último, me permito solicitarle informe a mis Lores Comi– sionados del Almirantazgo, que me he enterado que don José de la Riva Agüero, ha sido declarado Presidente (no Director, como indiqué anteriormente) de esa República. El Gral. Santa Cruz es Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierra y el Almi– rante Guise comanda la Marina, pero temo que esta forma de Go– bierno no parece que será más permanente que cualquiera de las anteriores. Se ha hecho sin embargo todo esfuerzo para resistir a los españoles bajo el Virrey Gral. La Serna, que se sabía positiva– mente que se dirigían a toda marcha hacia Lima. Se dice que su fuerza varía desde 7 a 15 mil hombres. La creciente de los ríos y otras causas, particularmente informes sobre insurrecciones en las provincias del Sur, hicieron difícil fijar el momento de su llegada, quizás no antes de mayo; pero mientras tanto, con la ayu– da económica que el Gobierno ha recibido de los comerciantes, se ha aprovisionado los Castillos del Callao para cuatro meses, y puesta en buen orden su defensa y será muy posible que la ayuda esperada de siete mil hombres, con el Presidente de Co· lombia (Bolívar) y dos mil de Chile (mis cartas hablan allí de la actividad del nuevo Gobierno), pueda llegar a Lima casi al mi~mo tiempo que los españoles. No era la intención defender la ciudad, consecuentemente todo lo de valor ha sido llevado a los Castillos del Callao. Los puertos en la costa de Intermedios, han sido declara– dos nuevamente en estado de bloqueo por el nuevo Gobierno de Lima, aún en un grado mayor que anteriormente, y el Capitán Prescott al no haber podido obtener ninguna respuesta a sus protestas sobre dicho asunto, consideró necesario escribir toda– vía en términos más fuertes el 20 de marzo, pues no hay una sola nave de guerra peruana estacionada en la zona y le he or– denado que proporcione toda ayuda a los ciudadanos y al co– mercio de Su Majestad que se conduzca conforme a la ley en esa costa, y que no considere dicho decreto de bloqueo como legal. Dos diputados de España, con proposiciones para una tre– gua por diez años con las Provincias patriotas del Río de la Pla– ta, llegaron el último mayo a Buenos Aires, pero a menos que el primer artículo contenga un reconocimiento de su independen– cia, estoy seguro que no serán recibidos. Montevideo está casi en el mismo estado mencionado en mi último informe sobre ese lugar. El general portugués Don Alvaro

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