La Marina, 1780-1822

LA MARINA 313 de Lima, con siete u ocho mil hombres, y que últimamente han destacado 2,500 hacia el Sur, como consecuencia de la partida de la expedición del C!}llao. En todo caso los temores de que ata– quen la ciudad, parecen haber disminuido. La Escuadra peruana bajo el mando del Almirante Guise, en el Protector (anteriomente Prueba) estaba en alta mar; la nave americana [Franklin] de 74, Comodoro Steward, y los bar– cos franceses Amazon y Clorinde, estaban en el Callao el 31 de ma– yo. El Clorinde debía regresar pronto a Europa. Me complace saber por el Capitán Prescott que está en los términos más amiga– bles con el Almirante francés, el Barón Roussiun [sic) y sus ofi– ciales. Mis cartas de Chile, me informan que el nuevo Gobierno, ba.io el Gral. Freyre, parece haber traído más paz y tranquilidad de la que se ha conocido por mucho tiempo. Se destinaron 700,000 pesos para el equipamiento de las tropas que se pensaba en– viar al Perú, préstamo que han obtenido por giros de sus agen– tes en Londres contra préstamos tratados allí. Estas obligacio– nes han sido aceptadas, principalmente, si no en total, por los comerciantes británicos. El 4 de julio se ha aprobado una tregua por los comisiona– dos españoles mencionados en mi carta N? 69, por 18 meses con el Gobierno de Buenos Aires y las Provincias Unidas del Río de la Plata, y aunque no constituye en ninguno de los artículos el expreso reconocimiento de la independencia de esas Provincias, sin embargo se ha iniciado esta conversación preliminar por los dos gobiernos, de Su Majestad Católica y de las Provincias, no habiendo anteriormente existido conexión entre ellos. Las ban– deras de cada una serán respetadas y aceptadas en sus corres– pondientes puertos. D0n Manuel García, uno de los Secretarios de Estado de Bue– nos Aires, debía ir a Madrid para concluir un tratado definitivo, y el Dr. Gómez (quien se dedicó aquí al asunto del Príncipe de Luca) ha lleg-tdo a este puerto para negociar la rendición de la Banda Oriental por los brasilel'íos, pero en mi opinión, ha venido sim– plement.e a complacer a un partido de Buenos Aires, y sin nin– guna perspectiva de éxito en este hecho. La ciudad de Mon– tevideo continúa casi en el mismo estado que describiera en mis informes anteriores. El General portugués Don Alvaro Dacosta (a men'lS que se rinda pronto) sin duda alguna recurrirá a i.J.n– poner C'Ontribuciones a la fuerza sobre los habitantes para pagar sus tropas, pero hasta ahora no se han tomado medidas violentas.

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