La Marina, 1780-1822

LA MARINA 323 prueba la libertad que se le dejó para elegir el mejor medio, y al mismo tiempo destruye la afirmación de que se empleó fuer– za para tomar el aguardiente. El Capitán, conscientemente, no só– lo hizo la entrega voluntariamente, sino que además solicitó ob– tener otra licencia para comerciar en este puerto bajo las mismas circunstancias, solicitud que le fue denegada. Le sorprende a Ud. esta conducta hacia los súbditos in– gleses, pero no lo será si Ud. considera que la misma se observa en forma general en cumplimiento de las leyes del Gobierno de la Nación, autorizado para dictar aquellas que le parezcan conve– nientes para la prosperidad del país, siempre y cuando no estén en oposición a las que están reconocidas por todas las naciones, y en mi opinión las leyes que han sido aplicadas en el caso actual, no son de naturaleza que vaya más allá de la regla general. De este modo, si el capitán del Thomas Nowland piensa que está autorizado a presentar cualquier reclamación, puede hacer– lo ante el Supremo Gobierno, por cuanto en este caso no he he– cho más que cumplir mi deber, y consecuentemente él no puede esperar nada de mí. Con respecto a la explicación que Ud. hace sobre las leyes de bloqueo, conozco perfectamente sus límites y los principios so– bre los cuales generalmente descansa, pero no reside en mí ha– cer modificaciones o declaraciones sobre el asunto, como Ud. pretende, proposición que sólo puede ser considerada como irra– zonable. Puede citarse a Ud. una reciente infracción del bloqueo del Callao por una nave bajo bandera británica, como consecuencia de la protección que le prestó la Fuerza Armada de Gran Breta– ña contra la del Perú en ese puerto, hecho que me ha obligado a negar en el futuro toda clase de permiso a los barcos mercan– tes, e imponer el bloqueo riguroso para evitar discordias, mien– tras notifico a mi Gobierno de dicha violación, que es opuesta a la armonia que Ud. dice se observa con los beligerantes en es– tos mares. Pero volviendo a la situación actual, voy a enviar al Supre– mo Gobierno un oficial con las comunicaciones sobre el asunto, para que pueda ser resuelto. Concluyo diciéndole a Ud. finalmen– te que lamentaré cualquier interrupción de la buena compren– sión que hasta ahora ha existido entre las naciones, interrupción que me esforzaré por mi parte evitar en lo posible en considera– ción a la Gran Bretaña.

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