La Marina, 1780-1822
330 CAP. DE NAVIO JULIO J. ELIAS El día 6 una corbeta y un bergantín bajo bandera peruana estaban a las afueras de este puerto y desde entonces no han vuel– to y han llegado varias naves mercantes y zarpado otras en el intervalo. La inseguridad del fondeadero de Huanchaco (el puerto de Trujillo, como el Callao lo es de Lima), la falta de un tribunal adecuado para el juzgamiento de presas determina en la Capital actual del Perú Independiente la incertidumbre de la posición del general Bolívar investido allí con la autoridad dic– tatorial; así como la gran probabilidad de que el partido patrio– ta reciba todavía pérdidas que puedan conducir a la recuperación total del Perú por el Ejército español, hacen de imperiosa nece– sidad que nuestros comerciantes sean inmediatamente liberados de las vejaciones e imposiciones ilegales impuestas por el Almi– rante Guise, quien a mi parecer no tiene otra forma de mantener su escuadra sino con el único medio de la imposición de impues– tos al comercio neutral en puertos españoles y cuya eventual de– volución bajo las presentes circunstancias parece ser improbable. Varias naves de guerra han sido preparadas aquí y ha habi– do algunas detenciones, pero ninguna de naves británicas. Creo que no se intentará imponer la Ley colonial de España. Se dice que el general Canterac está cerca de Huancayo con nueve mil infantes seleccionados y dos mil de caballería. Este es el ejército que se opone de inmediato a Bolívar, de quien se dice que está en Huánuco con fuerzas iguales. La falta de medios económicos induciría probablemente a ambas partes a decidir la lucha en una batalla, la cual será san– grienta y si no es favorable a Bolívar decidirá el destino actual del Perú. El general español Valdés manda una reserva de seis mil hombres en Arequipa y el general Olañeta tiene una fuerza para la protección de las provincias meridionales. El Virrey per– manece en el Cusco. El general Rodil al mando en el Callao y Lima, parece dis– puesto a tratar a los ingleses con grandes consideraciones, indu– cido a seguir esta conducta, según creo, más por interés actual que por inclinación. Tengo el honor de ser, Señor, Su más humilde y obediente servidor H. Prescott Capitán
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