La Marina, 1780-1822
336 CAP. DE NAVIO JULIO J. ELIAS Sobre si continuará reteniendo Lima en posesión impertur– bada me parece haber duda todavía, aunque cada día se fortaie· ce la opinión de que lo hará. Tiene en el general Valdés a un hom– bre muy hábil contra quien competir y quien parece ser ahora el Comandante en Jefe y de completa confianza de La Serna. Se dice que el verdadero Jefe Canterac, está en la oscuridad desde la Batalla de Junin. Hace seis semanas, Bolívar dejó su Ejército en los cuarte– les de invierno (porque cuando es verano en la Costa, llaman invierno en las Montañas, por ser la estación lluviosa), y vino a Chancay para organizar la escasa tropa que pudo recolectar por aquí para ocupar Lima. Cuando Valdés hizo saber maliciosamen· te que había preparado seiscientas balsas con las cuales quería cruzar el Apurímac, que separa los dos ejércitos, y cuando el ge– neral de Bolívar (Sucre) había concentrado su fuerza y esperaba ansiosamente dar la batalla de la que suponía cada uno que de– pendía el destino del Perú, Valdés ascendió repentinamente el curso del río hasta un sitio donde poderlo cruzar y rápidamente flanqueó a Sucre intentando llegar a Lima antes que él. En rea– lidad avanzó cuarenta leguas en cuarenta y dos horas, fusilando (como lo hicieron anteriormente) a todo hombre que no podía mantener el paso. El Ejército español llegó a Cangallo y unos ingresaron a Huamanga bajo el Brigadier Bedoya, pero ente– rándose que Sucre los perseguía, se retiraron nuevamente hacia el Cuzco por el mismo camino con grandes pérdidas y en con– fusión, porque en el puente de Campachine Valdés envió una par– tida de reconocimiento constituida por tres compañías de Infan– tería y una tropa de Caballería las que fueron sorprendidas por Sucre y desde este pequeño incidente y por la fatigosa marcha el Ejército español se ha vuelto, según escuché, una turba sin disciplina ni orden, que aprovecha toda ocasión para desertar. Se dice que una pequeña división está tomando la ruta de lea. Tales son las noticias que hemos recibido aquí, pero de las cuales tengo cierta duda cuando circulan justo en el momento en que se aproxima la partida de un barco para Inglaterra. Tuve una entrevista con Su Excelencia el general Bolívar en Chancay y quedé muy impresionado con el calor de sus expresio– nes y particularmente hacia el gobierno británico y todo lo re– ferente a Inglaterra; en cambio, parece ver con cierto recelo la conducta de los franceses, quienes ciertamente parecen favorecer a sus adversarios en todo lo posible. Conversé con él sobre el asun·
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