La Marina, 1780-1822

LA MARINA 23 ron tropas para obligarlos; y por una extraordinaria falta de pre– caución y orden, muchos de los oficiales en todos los regimientos son americanos cuya conducta y expresiones dejan pocas dudas de su intención de unirse a sus conciudadanos en cuanto se les presente una oportunidad. La situación de Lima dejada de esta forma sin una fuerza ar– mada o cualquier medio adecuado de contener a una población descontenta de unos 70,000 habitantes, es crítica en el más alto grado, y de toda la información que he podido reunir, se puede es– perar casi con absoluta seguridad una insurrección contra la au– toridad española. Sería acelerada por cualquier revés decisivo que recaiga sobre la expedición contra Chile, pero no me ima– gino cualquier circunstancia dentro del alcance de los cálculos actuales que pueda retardar en mucho un suceso que sea proba– blemente la señal para una sublevación general en todas las pro– vincias al Sur de Istmo de Darién. Todas las clases de la comunidad parecen igualmente madu· ras para la revolución. Los criollos son tratados por el Gobierno con una mezcla de desprecio y desconfianza, lo cual ha aliena– do completamente sus sentimientos y aunque el carácter tímido y pacífico de los habitantes de Lima ha evitado que se unan a los excesos revolucionarios de las provincias vecinas, tengo po– derosas razones para creer que precipitará un estallido y se está organizando una conspiración que solamente espera el mo– mento oportuno para manifestarse. Los primeros reveses serios que recaigan en el ejército rea– lista en el Alto Perú, agregarán con toda probabilidad el pe– so de toda la población indígena a la masa de los enemigos con que tiene que lidiar el Gobierno Español. Se les ha observado re– colectar últimamente con el máximo cuidado todas las armas de fuego que los hechos de la guerra pusieron a su alcance, y en algunos casos han ido tan lejos como para llevarse y esconder cañones que habían sido abandonados o vigilados negligente– mente. La infantería Española en este país estando casi total– mente reclutada por levas forzadas sobre estas infortunadas gen– tes, el peso de la guerra ahora cae muy duramente sobre ellos, y sus muchos motivos de descontento se ven aumentados de este modo por los sufrimientos que padecen al defender una causa que de todas es la más impopular de ellas. La desunión que prevalece entre los españoles mismos; el disgusto del ejército por el desagradable y poco glorioso servi– cio al que están dedicados y la desesperación de la parte mer-

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